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CAPÍTULO 2-(10)第二回 王教头私走延安府 九纹龙大闹史家村(10...

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发表于 2019-12-15 20:34:25 | 显示全部楼层 |阅读模式

CAPÍTULO 2-(10)第二回 王教头私走延安府 九纹龙大闹史家村(10)
El instructor de armas Wang viaja en secreto a la prefectura de Yan'an;
Shi Jin Nueve Dragones causa un pandemónium en la Aldea de la Familia Shi


En la fortaleza de la montaña, Zhu Wu y Yang Chun se preguntaban por qué no llegaban noticias, y despacharon a un espía. Poco después regresaron los otros bandidos conduciendo un caballo sin jinete. Mientras trepaban, iban gritando a sus jefes:
—¡Amargura y pesar! Chen Da no los escuchó a ustedes, sus dos hermanos mayores, y ahora se le puede dar por muerto.
Zhu Wu preguntó qué era lo que había salido mal. Los bandidos le relataron la batalla, agregando:
—Ese Shijin es un poderoso guerrero.
—Chen Da no quiso escucharme—dijo Zhu Wu—, y al final sufrió una desgracia.—Bajemos con todas nuestras fuerzas y resolvámoslo en combate—sugirió Yang Chun.
—¡Imposible!—dijo Zhu Wu—. Si Chen Da no pudo derrotarlo, ¿cómo lo podrías hacer tú? Tengo una idea. Es arriesgada, pero podría salvar a Chen Da. Si no lo hace, tú y yo también estaremos acabados.
—¿De qué se trata?
Zhu Wu le susurró su plan al oído.
—¡Excelente!—dijo Yang Chun—.
Vayamos entonces. No tenemos tiempo que perder.
En su casa Shijin seguía irritado, cuando un sirviente llegó a la carrera y le informó:
—Zhu Wu y Yang Chun vienen en camino desde la fortaleza de la montaña.
—¡Esos bribones! Entregaré a ambos a la justicia. Rápido, trae mi caballo.
Sonó la alarma y los aldeanos se reunieron. Shijin montó su caballo y, cuando ya estaba cruzando la puerta de su propiedad, vio a Zhu Wu y a Yang Chun que se acercaban a pie. Se arrodillaron, lo miraron fijamente, y soltaron unas lágrimas. Shijin detuvo su caballo y gritó:
—¿Para qué se arrodillan allí?
Zhu Wu respondió llorando:
—Nosotros, tres humildes hombres, fuimos tan acosados por los funcionarios que nos vimos forzados a entrar en la montaña y volvemos bandidos. Juramos que "si bien no hemos nacido en el mismo día, en el mismo día moriremos". Puede que la fraternidad entre Guan Yu, Zhang Fei y Liu Bei de la antigüedad no se compare con la nuestra: sin embargo nuestros corazones son igualmente sinceros. Hoy nuestro hermano menor Chen Da salió contra nuestro consejo. Ha ofendido a Su Excelencia y ha sido encerrado en su honorable casa. Puesto que no tenemos ninguna manera de salvarlo, venimos a morir con él. Por favor, entréguenos a los funcionarios y cobre la recompensa. Ni siquiera frunciremos el ceño. De buen grado le pedimos que nos envíe a nuestra muerte.
Shijin pensó: "¡Qué lealtad! Si los entrego y reclamo la recompensa, me despreciará todo hombre valeroso de estas tierras. Como dice el viejo refrán: 'Un tigre no se abalanza sobre una presa panza arriba'". Entonces les dijo a los jefes de los bandidos, que seguían arrodillados:
—Vengan conmigo.
Ambos lo siguieron sin miedo hasta el salón posterior. De nuevo se arrodillaron y le pidieron ser atados. Shijin insistió en que se levantaran, pero ellos no quisieron hacerlo. "El astuto es clemente con el astuto, el valiente conoce al valiente".
Y en efecto, el joven señor declaró:
―Puesto que ustedes dos son tan leales, yo no sería un hombre correcto si los entregara a las autoridades. Supongamos que les devuelva a Chen Da, ¿cómo será eso?
—Se vería usted implicado—dijo Zhu Wu—. Eso no arreglaría nada. Preferimos que nos entregue y que reclame la recompensa.
—¡Imposible!—replicó Shijin—. ¿Compartirían mi comida y mi bebida?
—La muerte no nos asusta—dijo Zhu Wu—. ¿Por qué lo harían su carne y su vino?
El joven señor estaba muy complacido. Desató a Chen Da y sirvió un banquete para los tres jefes en el salón posterior. Zhu Wu, Yang Chun y Chen Da le agradecieron su gentileza. Luego de varios tragos, a todos se les veía más animados. Cuando el vino se acabó, los tres jefes le agradecieron de nuevo a Shi Jin, y regresaron a su montaña. Shi Jin los fue a despedir hasta la puerta de la casa.
De regreso en la fortaleza, Zhu Wu se sentó con los otros dos.
―Si no fuera por nuestro plan, ¿alguno de nosotros estaría vivo ahora?—dijo ―. No sólo hemos salvado a Chen Da, sino que Shi Jin, con rara gallardía, nos ha dejado a todos en libertad. Dentro de pocos días debemos mandarle algunos regalos en muestra de gratitud.
Pasemos por alto los detalles menudos. Más o menos diez días más tarde, en una noche sin luna, los tres jefes despacharon a dos de sus hombres con treinta barras de oro, que fueron a tocar la puerta de la casa de Shi Jin, donde un criado informó de su Regada. Shi Jin se vistió a toda prisa, y salió a recibirlos.
—¿Tienen algún mensaje para mí?
—Nuestros tres jefes le presentan sus respetos. Hemos sido instruidos para que entreguemos este obsequio trivial en agradecimiento a Su Excelencia por haberles perdonado la vida. Por favor, no se burle de él, acéptelo—entregaron a Shi Jin el oro.
En un primer momento Shi Jin iba a rechazarlo, pero luego pensó: "Puesto que son suficientemente buenos como para mandármelo, debo aceptarlo.” Entonces ordenó a su criado que sirviera vino a los mensajeros. Bebieron hasta después de la medianoche, cuando les dio una propina de plata y les dijo que regresaran.
Menos de medio mes más tarde, los tres jefes volvieron a conferenciar, y una vez más enviaron mensajeros nocturnos a casa de Shijin, esta vez con una sarta de grandes perlas preciosas que habían conseguido en un robo. Shi Jin la aceptó. No diremos más al respecto.
Luego de otro medio mes, Shi Jin pensó para sí: "Esos tres muestran tanto respeto que debo, de veras, corresponderles con algunos regalos.” Al día siguiente ordenó a un sirviente que comprara tres rollos de brocado rojo en la capital del distrito, y que mandara a un sastre hacer tres túnicas para los bandidos. También hizo matar y preparar tres gordas ovejas, e hizo que dos hombres las entregaran junto con las prendas en una caja grande.
El mayordomo de Shi Jin era un hombre llamado Wang Cuarto. La lengua de este tipo era tan ágil que podía conversar con los funcionarios. Los demás sirvientes lo llamaban "El doble de Bodang". Este era uno de los mensajeros. Cuando llegaron con la caja al pie de la montaña fueron interrogados por los centinelas de los bandidos y luego conducidos a la fortíleza. Los jefes, encantados con las túnicas de brocado de seda, con la deliciosa carne de carnero y el vino, dieron a los mensajeros una propina de diez onzas de plata y les sirvieron más de doce copas de vino. Luego los hombres de Shijin regresaron a la casa.
—Los jefes de la montaña están muy agradecidos—contaron al joven señor.
En adelante Shijin mantuvo un trato considerable con los líderes de los bandidos. Wang Cuarto fue varias veces a la cueva de la montaña con regalos. En varias ocasiones los jefes enviaron oro y plata a Shijin.

休说众人欢喜饮酒。却说朱武、杨春两个正在寨里猜疑,捉摸不定,且教小喽啰再去探听消息。只见回去的人牵着空马,奔到山前,只叫道:“苦也!陈家哥哥不听二位哥哥所说,送了性命!”朱武问其缘故。小喽啰备说交锋一节,“怎当史进英雄!”朱武道:“我的言语不听,果有此祸!”杨春道:“我们尽数都去与他死拼,如何?”朱武道:“亦是不可;他尚自输了,你如何拼得他过。我有一条苦计,若救他不得,我和你都休。”杨春问道:“如何苦计?”朱武附耳低言说道:“只除……恁地。”杨春道:“好计!我和你便去!事不宜迟!”再说史进正在庄上忿怒未消,只见庄客飞报道:“山寨里朱武、杨春自来了!”史进道:“这厮合休!我教他两个一发解官!快牵过马来!”一面打起梆子,众人早都到来。史进上了马,正待出庄门,只见朱武、杨春步行已到庄前,两个双双跪下,擎着四行眼泪。史进下马来,喝道:“你两个跪下如何朱武哭道:“小人等三个累被官司逼迫,不得已上山落草。当初发愿道:‘不求同日生,只愿同日死。'虽不及关、张、刘备的义气,其心则同。今日小弟陈达不听好言,误犯虎威,已被英雄擒捉在贵庄,无计恳求,今来一迳就死。望英雄将我三人一发解官请赏,誓不皱眉。我等就英雄手内请死,并无怨心!”史进听了,寻思道:“他们直恁义气!我若拿他去解官请赏时,反教天下好汉们耻笑我不英雄。自古道:‘大虫不吃伏肉。'”史进便道:“你两个且跟我进来。”朱武、杨春并无惧怯,随了史进,直到后厅前跪下,又教史进绑缚。史进三回五次叫起来。他两个那里肯起来?“惺惺惜惺惺,好汉识好汉”;史进道:“你们既然如此义气深重,我若送了你们,不是好汉。我放陈达还你,如何?”朱武道:“休得连累了英雄,不当稳便,宁可把我们去解官请赏。”史进道:“如何使得!——你肯吃我酒食么?”朱武道:“一死尚然不惧,何况酒肉乎!”当时史进大喜,解放陈达,就后厅上座置酒设席管待三人。朱武、杨春、陈达拜谢大恩。酒至数杯,少添春色。酒罢,三人谢了史进,回山去了。史进送出庄门,自回庄上。
却说朱武等三人归到寨中坐下,朱武道:“我们非这条苦计,怎得性命在此?虽然救了一人,却也难得史大郎为义气上放了我们。过几日备些礼物送去,谢他救命之恩。”
话休絮烦。过了十数日,朱武等三人收拾得三十两蒜条金,使两个小喽啰乘月黑夜送去史家庄上。当夜敲门。庄客报知。史进火急披衣,来到庄前,问小喽啰:“有甚话说?”小喽啰道:“三个头领再三拜复:特使进献些薄礼,酬谢大郎不杀之恩。不要推却,望乞笑留。”取出金子递与史进。初时推却,次后寻思道:“既然好意送来,受之为当。”叫庄客置酒管待小校吃了半夜酒,把些零碎银两赏了小校回山。
又过半月有余,朱武等三人在寨中商议掳掠得好大珠子,又使小喽啰连夜送来庄上。史进受了。不在话下。又过了半月,史进寻思道:“也难得这三个敬重我,我也备些礼物回奉他。”次日,叫庄客寻个裁缝,自去县里买了三疋红锦,裁成三领锦袄子;又拣肥羊煮了三个,将大盒子盛了,委两个庄客去送。史进庄上有个为头的庄客王四,此人颇能答应官府,口舌利便,满庄人都叫他做“赛伯当”。史进教他同一个得力庄客,挑了盒担,直送到山下。小喽啰问了备细,引到山寨里见了朱武等。三个头领大喜,受了锦袄子并肥羊酒礼,把十两银子赏了庄客。每人吃了十数碗酒,下山同归庄内,见了史进,说道:“山上头领多多上复。”
史进自此常常与朱武等三人往来。不时间,只是王四去山寨里送物事,不止一日。寨里头领也频频地使人送金银来与史进。


Back in the mountain fortress, Zhu Wu and Yang Chun were wondering why there was still no news. They sent out a scout. Soon the other bandits returned, leading a riderless horse. As they climbed, they shouted to the chieftains: “Bitterness and woe! Chen Da wouldn't listen to you two older brothers, and now he's as good as dead.”
Zhu Wu asked what had gone wrong. The bandits told him about the battle, adding: “That Shi Jin is a mighty warrior.”
“Chen Da wouldn't listen to me,” said Zhu Wu, “and sure enough he's met with disaster.”
“Let's go down in full force and fight it out,” suggested Yang Chun.
“Impossible,” said Zhu Wu. “If Chen Da couldn't beat him, how can you? I have an idea. It's risky, but it may save Chen Da. If it doesn't you and I are finished, too.”
“What is it?”
Zhu Wu whispered the plan in his ear.
“Excellent,” said Yang Chun. “Let's go, then. We've no time to lose.”
Shi Jin, in the manor, was still in a temper when a vassal rushed in and reported: “Zhu Wu and Yang Chun are on their way from the mountain fortress.”
“Those scoundrels. I'll turn them both in. Bring my horse, quickly.”
The alarm was sounded and the villagers gathered. He mounted and was riding through the manor gate when he saw Zhu Wu and Yang Chun approaching on foot. They knelt and gazed at him with tears streaming down their cheeks. Shi Jin reined his animal and shouted: “What are you kneeling there for?”
Weeping, Zhu Wu replied: “We three small men were harried so by the officials that we were forced to go into the hills and become outlaws. We swore that 'although not born on the same day we would on the same day die.' Perhaps ours cannot be compared to the brotherhood between Guan Gong, Zhang Fei and Liu Bei of antiquity, but our hearts are equally sincere. Today our younger brother Chen Da went against our advice. He offended Your Excellency and has been locked up in your honorable manor. Since we have no way to save him, we've come to die with him. Please turn the three of us over to the officials and collect the reward. We won't even frown. We gladly ask you to send us to our deaths.”
Shi Jin thought to himself: “What loyalty! If I turn them in and claim the reward every stout-hearted fellow in the land will scorn me. 'A tiger doesn't pounce on supine prey,' as the old saying goes.” To the kneeling bandit chiefs he said: “Come with me.”
The two, without fear, followed him to the rear hall. Again they knelt and asked him to tie them up. Shi Jin repeatedly urged them to rise, but they wouldn't hear of it. “The astute spare the astute, and the brave know the brave.”
Sure enough, the young squire said: “Since you two are so loyal, I'd be no true man if I handed you over to the authorities. Suppose I gave Chen Da back to you, how would that be?”
“You'd only become implicated,” said Zhu Wu. “That would never do. We'd much rather you turned us in and claimed the reward.”
“Impossible,” retorted Shi Jin. “Will you share my food and drink?”
“Death doesn't scare us,” said Zhu Wu. “Why should your meat and wine?”
The young squire was very pleased. He untied Chen Da and spread a feast for the three bandit chiefs in the rear hall. Zhu Wu, Yang Chun and Chen Da thanked him for his kindness. After several drinks, they all looked more cheerful. When the wine was finished, the three chieftains again thanked Shi Jin and went back to their mountain. Shi Jin saw them off as far as the manor gate.
After returning to the fortress, Zhu Wu sat down with the other two. “If it weren't for our plan, would any of us be alive now?” he said. “Not only did we save Chen Da, but Shi Jin, with rare gallantry, released us all: In a few days we must send him some gifts to show our gratitude.”
Let's skip the petty details. Ten or so days later, the three bandit chiefs, on a moonless night, dispatched two of their men with thirty gold bars. The men knocked at the manor gate and a vassal reported their arrival. Shi Jin quickly donned his clothes and went out to meet them.
“Do you have a message for me?”
“Our three chieftains offer their respects. We are instructed to deliver this paltry gift in thanks to Your Excellency for sparing their lives. Please don't reject it, but keep it with a smile.” They handed Shi Jin the gold.
At first he was going to refuse, but then he thought: “Since they were good enough to send it, I ought to accept.” He directed his vassal to give the messengers wine. They drank until after midnight. Then Shi Jin tipped them with silver and told them to return.
Less than half a month later the bandit chiefs again conferred, and once more sent messengers at night to the manor, this time with a string of large precious pearls they had obtained in a robbery. Shi Jin accepted it. Of this we'll say no more.
After another half month Shi Jin thought to himself: “Those three show so much respect, I really ought to send them some gifts in return.” The next day he instructed a vassal to buy three bolts of red brocade in the county town and have a tailor make three gowns for the bandit chiefs. He also had three fat sheep slaughtered and cooked. These and the clothes he had two men deliver in a large box.
Shi Jin's steward was a man named Wang the Fourth. This fellow's tongue was so nimble he could converse with officials. The other servants called him “Bodang's Equal.” Wang was one of the two messengers. When they arrived with the box at the foot of the mountain, bandit sentries questioned them, then led them to the fortress. The bandit chiefs were delighted with the brocaded silk gowns and the delicious mutton and wine. They tipped the messengers ten ounces of silver and poured them more than a dozen bowls of wine. Shi Jin's men then returned to the manor.
“The mountain chiefs are very grateful,” they told the young squire.
Thereafter Shi Jin had considerable dealings with the bandit leaders. Wang the Fourth went to the mountain lair a number of times with gifts. On several occasions the chiefs sent gold and silver to Shi Jin.

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