Español Spanish Forum esTraducir.com

 找回密码
 立即注册
搜索
热搜: 活动 交友 discuz
查看: 2183|回复: 1

(Parte 1-Capítulo 2-El padre y el hijo) 第一部分第二章 父与子

[复制链接]

381

主题

60

回帖

1915

积分

管理员

Rank: 9Rank: 9Rank: 9

积分
1915
发表于 2019-5-29 14:54:27 | 显示全部楼层 |阅读模式
Capítulo segundo
El padre y el hijo
Y dejando que Danglars diera rienda suelta a su odio inventando alguna calumnia contra su camarada, sigamos a Dantés, que después de haber recorrido la Cannebière en toda su longitud, se dirigió a la calle de Noailles, entró en una casita situada al lado izquierdo de las alamedas de Meillán, subió de prisa los cuatro tramos de una escalera oscurísima, y comprimiendo con una mano los latidos de su corazón se detuvo delante de una puerta entreabierta que dejaba ver hasta el fondo de aquella estancia; allí era donde vivía el padre de Dantés.
La noticia de la arribada de El Faraón no había llegado aún hasta el anciano, que encaramado en una silla, se ocupaba en clavar estacas con mano temblorosa para unas capuchinas y enredaderas que trepaban hasta la ventana.
De pronto sintió que le abrazaban por la espalda, y oyó una voz que exclamaba:
-¡Padre! ..., ¡padre mío!
El anciano, dando un grito, volvió la cabeza; pero al ver a su hijo se dejó caer en sus brazos pálido y tembloroso.
-¿Qué tienes, padre? -exclamó el joven lleno de inquietud-. ¿Te encuentras mal?
-No, no, querido Edmundo, hijo mío, hijo de mi alma, no; pero no lo esperaba, y la alegría... la alegría de verte así..., tan de repente... ¡Dios mío!, me parece que voy a morir...
-Cálmate, padre: yo soy, no lo dudes; entré sin prepararte, porque dicen que la alegría no mata. Ea, sonríe, y no me mires con esos ojos tan asustados. Ya me tienes de vuelta y vamos a ser felices.
-¡Ah!, ¿conque es verdad? -replicó el anciano-: ¿conque vamos a ser muy felices? ¿Conque no me dejarás otra vez? Cuéntamelo todo.
-Dios me perdone -dijo el joven-, si me alegro de una desgracia que ha llenado de luto a una familia, pues el mismo Dios sabe que nunca anhelé esta clase de felicidad; pero sucedió, y confieso que no lo lamento. El capitán Leclerc ha muerto, y es probable que, con la protección del señor Morrel, ocupe yo su plaza... ¡Capitán a los veinte años, con cien luises de sueldo y una parte en las ganancias! ¿No es mucho más de lo que podía esperar yo, un pobre marinero?
-Sí, hijo mío, sí -dijo el anciano-, ¡eso es una gran felicidad!
-Así pues, quiero, padre, que del primer dinero que gane alquiles una casa con jardín, para que puedas plantar tus propias enredaderas y tus capuchinas..., pero ¿qué tienes, padre? parece que lo encuentras mal.
-No, no, hijo mío, no es nada.
Las fuerzas faltaron al anciano, que cayó hacia atrás.
-Vamos, vamos -dijo el joven-, un vaso de vino lo reanimará. ¿Dónde lo tienes?
-No, gracias, no tengo necesidad de nada -dijo el anciano procurando detener a su hijo.
-Sí, padre, sí, es necesario; dime dónde está. Y abrió dos o tres armarios.
-No te molestes -dijo el anciano-, no hay vino en casa.
-¡Cómo! ¿No tienes vino? -exclamó Dantés palideciendo a su vez y mirando alternativamente las mejillas flacas y descarnadas del viejo-. ¿Y por qué no tienes? ¿Por ventura lo ha hecho falta dinero, padre mío?
-Nada me ha hecho falta, pues ya lo veo -dijo el anciano.
-No obstante -replicó Dantés limpiándose el sudor que corría por su frente-, yo le dejé doscientos francos... hace tres meses, al partir.
-Sí, sí, Edmundo, es verdad. Pero olvidaste cierta deudilla que tenías con nuestro vecino Caderousse; me lo recordó, diciéndome que si no se la pagaba iría a casa del señor Morrel... y yo, temiendo que esto lo perjudicase, ¿qué debía hacer? Le pagué.
-Pero eran ciento cuarenta francos los que yo debía a Caderousse... -exclamó Dantés-. ¿Se los pagaste de los doscientos que yo lo dejé?
El anciano hizo un movimiento afirmativo con la cabeza.
-De modo que has vivido tres meses con sesenta francos... -murmuró el joven.
-Ya sabes que con poco me basta -dijo su padre.
-¡Ah, Dios mío, Dios mío! ¡Perdonadme! -exclamó Edmundo arrodillándose ante aquel buen anciano.
-¿Qué haces?
-Me desgarraste el corazón.
-¡Bah!, puesto que ya estás aquí -dijo el anciano sonriendo-, todo lo olvido.
-Sí, aquí estoy -dijo el joven-, soy rico de porvenir y rico un tanto de dinero. Toma, toma, padre, y envía al instante por cualquier cosa.
Y vació sobre la mesa sus bolsillos, que contenían una docena de monedas de oro, cinco o seis escudos de cinco francos cada uno y varias monedas pequeñas.
El viejo Dantés se quedó asombrado.
-¿Para quién es esto? -preguntole.
-Para mí, para ti, para nosotros. Toma, compra provisiones, sé feliz; mañana, Dios dirá.
-Despacio, despacito -dijo sonriendo el anciano-; con lo permiso gastaré, pero con moderación, pues creerían al verme comprar muchas cosas que me he visto obligado a esperar tu vuelta para tener dinero.
-Puedes hacer lo que quieras. Pero, ante todo, toma una criada, padre mío. No quiero que lo quedes solo. Traigo café de contrabando y buen tabaco en un cofrecito; mañana estará aquí. Pero, silencio, que viene gente.
-Será Caderousse, que sabiendo tu llegada vendrá a felicitarte.
-Bueno, siempre labios que dicen lo que el corazón no siente -murmuró Edmundo-; pero no importa, al fin es un vecino y nos ha hecho un favor.
En efecto, cuando Edmundo decía esta frase en voz baja, se vio asomar en la puerta de la escalera la cabeza negra y barbuda de Caderousse. Era un hombre de veinticinco a veintiséis años, y llevaba en la mano un trozo de paño, que en su calidad de sastre se disponía a convertir en forro de un traje.
-¡Hola, bien venido, Edmundo! -dijo con un acento marsellés de los más pronunciados, y con una sonrisa que descubría unos dientes blanquísimos.
-Tan bueno como de costumbre, vecino Caderousse, y siempre dispuesto a serviros en lo que os plazca -respondió Dantés disimulando su frialdad con aquella oferta servicial.
-Gracias, gracias; afortunadamente yo no necesito de nada, sino que por el contrario, los demás son los que necesitan algunas veces de mí (Dantés hizo un movimiento). No digo esto por ti, muchacho: te he prestado dinero, pero me lo has devuelto, eso es cosa corriente entre buenos vecinos, y estamos en paz.
-Nunca se está en paz con los que nos hacen un favor -dijo Dantés-, porque aunque se pague el dinero, se debe la gratitud.
-¿A qué hablar de eso? Lo pasado, pasado; hablemos de tu feliz llegada, muchacho. Iba hacia el puerto a comprar paño, cuando me encontré con el amigo Danglars. « ¿Tú en Marsella? », le dije. « ¿No lo ves?», me respondió. « ¡Pues yo lo creía en Esmirna! » «¡Toma! , si ahora he vuelto de allá.» « ¿Y sabes dónde está Edmundo?» « En casa de su padre, sin duda», respondió Danglars. Entonces vine presuroso -continuó Caderousse-, para estrechar la mano a un amigo.
-¡Qué bueno es este Caderousse! -dijo el anciano-. ¡Cuánto nos ama!
-Ciertamente que os amo y os estimo, porque sois muy honrados, y esta clase de hombres no abunda...Pero a lo que veo vienes rico, muchacho -añadió el sastre reparando en el montón de oro y plata que Dantés había dejado sobre la mesa.
El joven observó el rayo de codicia que iluminaba los ojos de su vecino.
-¡Bah! -dijo con sencillez-, ese dinero no es mío. Manifesté a mi padre temor de que hubiera necesitado algo durante mi ausencia, y para tranquilizarme vació su bolsa aquí. Vamos, padre -siguió diciendo Dantés-, guarda ese dinero, si es que a su vez no lo necesita el vecino Caderousse, en cuyo caso lo tiene a su disposición.
-No, muchacho -dijo Caderousse-, nada necesito, que a Dios gracias el oficio alimenta al hombre. Guarda tu dinero, y Dios te dé mucho más; eso no impide que yo deje de agradecértelo como si me hubiera aprovechado de él.
-Yo lo ofrezco de buena voluntad -dijo Dantés.
-No lo dudo. A otra cosa. ¿Conque eres ya el favorito de Morrel? ¡Picaruelo!
-El señor Morrel ha sido siempre muy bondadoso conmigo -respondió Dantés.
-En ese caso, has hecho muy mal en rehusar su invitación.
-¡Cómo! ¿Rehusar su invitación? -exclamó el viejo Dantés-. ¿Te ha convidado a comer?
-Sí, padre mío -replicó Edmundo sonriéndose al ver la sorpresa de su padre.
-¿Y por qué has rehusado, hijo? -preguntó el anciano.
-Para abrazaros antes, padre mío -respondió el joven-; ¡tenía tantas ganas de veros!
-Pero no debiste contrariar a ese buen señor Morrel -replicó Caderousse-, que el que desea ser capitán, no debe desairar a su naviero.
-Ya le expliqué la causa de mi negativa -replicó Dantés-, y espero que lo haya comprendido.
-Para calzarse la capitanía hay que lisonjear un tanto a los patrones.
-Espero ser capitán sin necesidad de eso -respondió Dantés.
-Tanto mejor para ti y tus antiguos conocidos, sobre todo para alguien que vive allá abajo, detrás de la Ciudadela de San Nicolás.
-¿Mercedes? -dijo el anciano.
-Sí, padre mío -replicó Dantés-; y con vuestro permiso, pues ya que os he visto, y sé que estáis bien y que tendréis todo lo que os haga falta, si no os incomodáis, iré a hacer una visita a los Catalanes.
-Ve, hijo mío, ve -dijo el viejo Dantés-, ¡Dios te bendiga en tu mujer, como me ha bendecido en mi hijo!
-¡Su mujer! -dijo Caderousse-; si aún no lo es, padre Dantés; si aún no lo es, según creo.
-No; pero según todas las probabilidades -respondió Edmundo, no tardará mucho en serlo.
-No importa, no importa -dijo Caderousse-, has hecho bien en apresurarte a venir, muchacho.
-¿Por qué? -preguntole.
-Porque Mercedes es una buena moza, y a las buenas mozas nunca les faltan pretendientes, a ésa sobre todo. La persiguen a docenas.
-¿De veras? -dijo Edmundo con una sonrisa que revelaba inquietud, aunque leve.
-¡Oh! ¡Sí! -replicó Caderousse-, y se le presentan también buenos partidos, pero no temas, como vas a ser capitán, no hay miedo de que lo dé calabazas.
-Eso quiere decir -replicó  Dantés,  con  sonrisa  que  disfrazaba  mal  su  inquietud-,  que  si  no  fuese capitán...
-Hem... -balbució Caderousse.
-Vamos, vamos -dijo el joven-, yo tengo mejor opinión que vos de las mujeres en general, y de Mercedes en particular, y estoy convencido de que, capitán o no, siempre me será fiel.
-Tanto mejor -dijo el sastre-, siempre es bueno tener fe, cuando uno va a casarse; ¡pero no importa!, créeme, muchacho, no pierdas tiempo en irle a anunciar lo llegada y en participarle tus esperanzas.
-Allá voy -dijo Edmundo, y abrazó a su padre, saludó a Caderousse y salió.
Al poco rato, Caderousse se despidió del viejo Dantés, bajó a su vez la escalera y fue a reunirse con Danglars, que le estaba esperando al extremo de la calle de Senac.
-Conque -dijo Danglars-, ¿le has visto?
-Acabo de separarme de él -contestó Caderousse.
-¿Y te ha hablado de sus esperanzas de ser capitán?
-Ya lo da por seguro.
-¡Paciencia! -dijo Danglars-; va muy de prisa, según creo.
-¡Diantre!, no parece sino que le haya dado palabra formal el señor Morrel.
-¿Estará muy contento?
-Está más que contento, está insolente. Ya me ha ofrecido sus servicios, como si fuese un gran señor, y dinero como si fuese un capitalista.
-Por supuesto que habrás rehusado, ¿no?
-Sí, aunque bastantes motivos tenía para aceptar, puesto que yo fui el que le prestó el primer dinero que tuvo en su vida; pero ahora el señor Dantés no necesitará de nadie, pues va a ser capitán.
-Pero aún no lo es -observó Danglars.
-Mejor que no lo fuese -dijo Caderousse-, porque entonces, ¿quién lo toleraba?
-De nosotros depende -dijo Danglars- que no llegue a serlo, y hasta que sea menos de lo que es.
-¿Qué dices?
-Yo me entiendo. ¿Y sigue amándole la catalana?
-Con frenesí; ahora estará en su casa. Pero, o mucho me engaño, o algún disgusto le va a dar ella.
-Explícate.
-¿Para qué?
-Es mucho más importante de lo que tú lo imaginas.
-Tú no le quieres bien, ¿es verdad?
-No me gustan los orgullosos.
-Entonces dime todo lo que sepas de la catalana.
-Nada sé de positivo; pero he visto cosas que me hacen creer, como lo dije, que esperaba al futuro capitán algún disgusto por los alrededores de las Vieilles-Infirmeries.
-¿Qué has visto? Vamos, di.
-Observé que siempre que Mercedes viene por la ciudad, la acompaña un joven catalán, de ojos negros, de piel tostada, moreno, muy ardiente, y a quien llama primo.
-¡Ah! ¿De veras? Y ¿te parece que ese primo le haga la corte?
-A lo menos lo supongo. ¿Qué otra cosa puede haber entre un muchacho de veintiún años y una joven de diecisiete?
-¿Y Dantés ha ido a los Catalanes?
-Ha salido de su casa antes que yo.
-Si fuésemos por el mismo lado, nos detendríamos en la Reserva, en casa del compadre Pánfilo, y bebiendo un vaso de vino, sabríamos algunas noticias...
-¿Y quién nos las dará?
-Estaremos al acecho, y cuando pase Dantés adivinaremos en la expresión de su rostro lo que haya pasado.
-Vamos allá -dijo Caderousse-, pero ¿pagas tú?
-Pues claro -respondió Danglars.
Los dos se encaminaron apresuradamente hacia el lugar indicado, donde pidieron una botella y dos vasos. El compadre Pánfilo acababa, según dijo, de ver pasar a Dantés diez minutos antes. Seguros de que se hallaba en los Catalanes, se sentaron bajo el follaje naciente de los plátanos y sicómoros, en cuyas ramas una alegre bandada de pajarillos saludaba con sus gorjeos los primeros días de la primavera.


回复

使用道具 举报

381

主题

60

回帖

1915

积分

管理员

Rank: 9Rank: 9Rank: 9

积分
1915
 楼主| 发表于 2019-5-29 14:56:05 | 显示全部楼层
本帖最后由 todaylive 于 2019-5-29 15:15 编辑

《基督山伯爵》 第一部分 第二章 父与子
---------------------------------------------------------------------
  我们暂且先放下不谈腾格拉尔如何怀着仇恨,竭力在船主莫雷尔的耳边讲他的同伴的坏话的。且说唐太斯横过了卡纳比埃尔街,顺着诺埃尹街转入梅兰巷,走进了靠左边的一家小房子里。他在黑暗的楼梯上一手扶着栏杆,一手按在他那狂跳的心上,急急地奔上了四层楼梯。他在一扇半开半掩的门前停了下来,那半开的门里是一个小房间。   唐太斯的父亲就住在这个房间里。法老号到港的消息老人还不知道。这时他正踩在一张椅子上,用颤抖的手指在窗口绑扎牵牛花和萎草花,想编成一个花棚。突然他觉得一只手臂拦腰抱住了他,随即一个熟悉的声音在耳边喊起来,“父亲!亲爱的父亲!”
  老人惊叫了一声,转过身来,一看是自己的儿子,就颤巍巍地脸色惨白地倒在了他的怀抱中。
  “你怎么啦,我最亲爱的父亲!你病了吗?”青年吃惊地问。
  “不,不,我亲爱的爱德蒙——我的孩子——我的宝贝!不,我没想到你回来了。我真太高兴了,这样突然的看见你太让我激动了——天哪,我觉得我都快要死了。”
  “高兴点,亲爱的父亲!是我——真的是我!人们都说高兴绝不会有伤身体的,所以我就偷偷的溜了进来。嗨!对我笑笑,不要拿这种疑惑的眼光看我呀。是我回来啦,我们现在要过快活的日子了。”
  “孩子,我们要过快活的日子,——我们要过快活的日子,”老人说道。“但我们怎么才能快活呢?难道你会永远不再离开我了吗?来,快告诉我你交了什么好运了?”
  “愿上帝宽恕我:我的幸福是建立在另一家人丧亲的痛苦上的,但上帝知道我并不是自己要这样的。事情既然已经发生了,我实在无法装出那种悲哀的样子。父亲,我们那位好心的船长莱克勒先生他死了,承蒙莫雷尔先生的推荐,我极有可能接替他的位置。你懂吗,父亲?想想看,我二十岁就能当上船长,薪水是一百金路易[法国金币名。],还可以分红利!这可是象我这样的穷水手以前连想都不敢想的呀。”
  “是的,我亲爱的孩子,”老人回答说,——“是的,这真是一桩大喜事的。”
  “嗯,等我拿到第一笔钱时,我就为你买一所房子,要带花园的,你可以在里面种种牵牛花,萎草花和皂荚花什么的。你怎么了,父亲,你不舒服吗?”
  “没什么,没什么,就会好的。”老人说着,终因年老体衰,力不从心,倒在了椅子里。
  “来,来,”青年说,“喝点酒吧,父亲,你就会好的。你把酒放在哪儿了?”
  “不,不用了,谢谢。你不用找了,我不喝。”老人说。
  “喝,一定要喝父亲,告诉我酒在什么地方?”唐太斯一面说着,一面打开了两三个碗柜。
  “你找不到的,”老人说,“没有酒了。”
  “什么!没有酒了?”唐太斯说,他的脸色渐渐变白了,看着老人那深陷的双颊,又看看那空空的碗柜——“什么!没有酒了?父亲,你缺钱用吗?”
  “我只要见到了你,就什么都不缺了。”老人说。
  “可是,”唐太斯擦了一把额头上的冷汗,嗫嚅地说,——“可是三个月前我临走的时候给你留下过两百法郎呀。”
  “是的,是的,爱德蒙,一点儿不错。但你当时忘了你还欠我们邻居卡德鲁斯一笔小债。他跟我提起了这件事,对我说,假如我不代你还债,他就会去找莫雷尔先生,去向他讨还,所以,为了免得你受影响……”
  “那么?”
  “哪,我就把钱还给他了。”
  “可是,”唐太斯叫了起来,“我欠了卡德鲁斯一百四十法朗埃!”
  “不错。”老人呐呐地说。
  “那就是说你就从我留给你的两百法朗里抽出来还了他了?”
  老人做了一个肯定的表示。
  “这么说,三个月来你就只靠六十个法朗来维持生活!”青年自言自语地说。
  “你知道我花销不大。”老人说。
  “噢,上帝饶恕我吧!”爱德蒙哭着跪到了老人的面前。
  “你这是怎么了?”
  “你使我感到太伤心了!”
  “这没什么,孩子。”老人说,“我一看到你,就什么都忘了,现在一切都好了。”
  “是啊,我回来了,”青年说,“带着一个幸福远大的前程和一点钱回来了。看,父亲,看!”他说,“拿着吧——拿着,赶快叫人去买点东西。”说着他翻开口袋,把钱全倒在桌子上,一共有十几块金洋,五六块艾居[法国银币名。]和一些小零币。老唐太斯的脸上顿时展开了笑容。
  “这些钱是谁的?”他问。
  “是我的!你的!我们的!拿着吧,去买些吃的东西。快活些,明天我们还会有更多的。”
  “小声点,轻点声,”老人微笑着说。”我还是把你的钱节省点用吧——因为大家要是看见我一次买了那么多的东西,就会说我非得等着你回来才能买得起那些东西。”
  “随你便吧,但最重要的,父亲,该先雇一个佣人。我决不再让你独自一个人长期孤零零地生活了。我私下带了一些咖啡和上等烟草,现在都放在船上的小箱子里,明天早晨我就可以拿来给你了。嘘,别出声!有人来了。”
  “是卡德鲁斯,他一定是听到了你回来的消息,知道你交了好运了,来向你道贺的。”
  “哼!口是心非的家伙,”爱德蒙轻声说道。“不过,他毕竟是我们的邻居,而且还帮过我们的忙,所以我们还是应该表示欢迎的。”
  爱德蒙的这句话刚轻声讲完,卡德鲁斯那个黑发蓬松的头便出现在门口。他看上去约莫二十五六岁,手里拿着一块布料,他原是一个裁缝,这块布料是他预备拿来做衣服的衬里用的。
  “怎么!真是你回来了吗,爱德蒙?”他带着很重的马赛口音开口说道,露出满口白得如象牙一样的牙齿笑着。
  “是的,我回来了,卡德鲁斯邻居,我正准备着想使你高兴一下呢。”唐太斯回答道,答话虽彬彬有礼,却仍掩饰不住他内心的冷淡。
  “谢谢,谢谢,不过幸亏我还不需要什么。倒是有时人家需要我的帮忙呢。”唐太斯不觉动了一下。“我不是指你,我的孩子。不,不!我借钱给你,你还了我。好邻居之间这种事是常有的,我们已经两清了。”
  “我们对那些帮助过我们的人是永远忘不了的。”唐太斯说,“因为我们虽还清了他们的钱,却还不清负他们的情的。”
  “还提它干什么?过去的都过去了。让我们来谈谈你这次幸运的归来的事儿吧,孩子。我刚才到码头上去配一块细花布,碰到了我们的朋友腾格拉尔。‘怎么!你也在马赛呀!’我当时就喊了出来。他说:‘是呀。’‘我还以为你在士麦拿呢。’‘不错,我去过那儿,但现在又回来了。’‘我那亲爱的小家伙爱德蒙他在哪儿,’我问他。腾格拉尔就回答说:‘一定在他父亲那儿。’所以我就急忙跑来了,”卡德鲁斯接着说,“来高高兴兴地和老朋友握手。”
  “好心的卡德鲁斯!”老人说,“他待我们多好啊!”
  “是呀,我当然要这样的,我爱你们,并且敬重你们,天底下好人可不多啊!我的孩子,你好象是发了财回来啦。”裁缝一面说,一面斜眼看着唐太斯抛在桌子上的那一把金币和银币。
  青年看出了从他邻居那黑眼睛里流露出的贪婪的目光。
  他漫不经心地说,“这些钱不是我的,父亲看出我担心,他当我不在的时候缺钱用,为了让我放心,就把他钱包里的钱都倒在桌子上给我看。来吧,父亲。”唐太斯接着说,“快把这些钱收回到你的箱子里去吧,——除非我们的邻居卡德鲁斯要用,我们倒是乐意帮这个忙的。”
  “不,孩子,不,”卡德鲁斯说,“我根本不需要,干我这行够吃的了。把你的钱收起来吧,——我说。一个人的钱不一定非得很多,我虽用不上你的钱,但对你的好意我还是很感激的。”
  “我可是真心的呀。”唐太斯说。
  “那当然,那当然。唔,我听说你和莫雷尔先生的关系不错,你这只得宠的小狗!”
  “莫雷尔先生待我一直特别友善。”唐太斯回答。
  “那么他请你吃饭你不该拒绝他呀。”
  “什么!你竟然回绝他请你吃饭?”老唐太斯说。“他邀请过你吃饭吗?”
  “是的,我亲爱的父亲。”爱德蒙回答。看到父亲因自己的儿子得到别人的器重而显出惊异的神情,便笑了笑。
  “孩子呀,你为什么拒绝呢?”老人问。
  “为了快点回来看你呀,我亲爱的父亲,”青年答道,“我太想你了。”
  “但你这样做一定会使可敬的莫雷尔先生不高兴的,”卡德鲁斯说。“尤其是当你快要升为船长的时候,是不该在这时得罪船主的。”
  “但我已把谢绝的理由向他解释过了,”唐太斯回答,“我想他会谅解的。”
  “但是要想当船长,就该对船主恭敬一点才好。”
  “我希望不恭顺也能当船长。”唐太斯说。
  “那更好,——那更好!你这个消息会让那些老朋友听了都高兴的,我还知道圣·尼古拉堡那边有一个人,听到这个好消息也会高兴的。”
  “你是说美塞苔丝吗?”老人说。
  “是的,我亲爱的父亲,现在我已经见过了你,知道你很好,并不缺什么,我就放心了。请允许我到迦太罗尼亚人的村里,好吗?”
  “去吧,我亲爱的孩子,”老唐太斯说,“望上帝保佑你的妻子,就如同保佑我的儿子一样!”
  “他的妻子!”卡德鲁斯说,“你说得太早了点吧,唐太斯老爹。她还没正式成为他的妻子呢。”
  “是这样的,但从各方面看,她肯定会成为我妻子的。”爱德蒙回答。
  “不错,不错,”卡德鲁斯说,“但你这次回来得很快,做得是对的,我的孩子。”
  “你这是什么意思?”
  “因为美塞苔丝是一位非常漂亮的姑娘,而漂亮姑娘总是不乏有人追求的。尤其是她,身后有上打的追求者呢。”
  “真的吗?”爱德蒙虽微笑着回答,但微笑里却流露出一点的不安。
  “啊,是的,“卡德鲁斯又说,“而且都是些条件不错的人呢,但你知道,你就要做船长了,她怎么会拒绝你呢?”
  “你是说,“唐太斯问道,他微笑着并没有掩饰住他的焦急,“假如我不是一个船长——”
  “唉,唉。”卡德鲁斯说。
  “得了,得了,”年轻的唐太斯说:“一般说来,对女人,我可比你了解的得多,尤其是美塞苔丝。我相信,不论我当不当船长,她都是忠诚于我的。”
  “那再好也没有了,卡德鲁斯说。“一个人快要结婚的时候,信心十足总是好事。别管这些了,我的孩子,快去报到吧,并把你的希望告诉她。”
  “我就去。”爱德蒙回答他,拥抱了一下他的父亲,挥挥手和卡德鲁斯告辞,就走出房间去了。
  卡德鲁斯又呆了一会,便离开老唐太斯,下楼去见腾格拉尔,后者正在西纳克街的拐角上等他。
  “怎么样,”腾格拉尔说,“你见到他了吗?”
  “我刚从他那儿来。”
  “他提到他希望做船长的事了吗?”
  “他说的若有其事,那口气就好象事情已经决定了似的。”
  “别忙!”腾格拉尔说,“依我看,他未免太心急了”。
  “怎么,这件事莫雷尔先生好象已经答应他了啦。”
  “这么说他已经在那儿自鸣得意了吗?”
  “他简直骄傲得很,已经要来关照我了。好象他是个什么大人物似的,而且还要借钱给我,好象是一个银行家。”
  “你拒绝了吗?”
  “当然,虽然我即便是接受了也问心无愧,因为他第一次摸到发亮的银币,还是我放到他手里的。但现在唐太斯先生已不再要人帮忙了,他就要做船长了。”
  “呸!”腾格拉尔说,“他现在还没有做成呢。”
  “他还是做不成的好,”卡德鲁斯回答,“不然我们就别想再跟他说上话了。”
  “假如我们愿意可以还让他爬上去,”腾格拉尔答道,“他爬不上去,或许不如现在呢。”
  “你这话是什么意思?”
  “没什么,我不过自己这么说着玩儿罢了。他还爱着那个漂亮的迦太尼亚小妞吗?”
  “简直爱得发疯了,但除非是我弄错了,在这方面他可能要遇到点麻烦了。”
  “你说清楚点。”
  “我干吗要说清楚呢?”
  “这件事或许比你想象得还要重要,你不喜欢唐太斯对吧?”
  “我一向不喜欢目空一切的人。”
  “那么关于迦太罗尼亚人的事,把你所知道的都告诉我吧。”
  “我所知道的可都不怎么确切,只是就我亲眼见的来说,我猜想那位未来的船长会在老医务所路附近。”
  “你知道些什么事,告诉我!”
  “是这样的,我每次看见美塞苔丝进城时,总有一个身材魁梧高大的迦太罗尼亚小伙子陪着她,那个人有一对黑色的眼睛,肤色褐中透红,很神气很威武,她叫他表哥。”
  “真的!那么你认为这位表兄在追求她吗?”
  “我只是这么想。一个身材魁梧的二十几岁的小伙子,对一个漂亮的十七岁的少女还能有什么别的想法呢?”
  “你说唐太斯已到迦太罗尼亚人那儿去了吗”?
  “我没有下楼他就去了。”
  “那我们就到这条路上去吧,我们可以在瑞瑟夫酒家那儿等着,一面喝拉玛尔格酒,一面听听消息。”
  “谁向我们通消息呢?”
  “我们在半路上等着他呀,看一下他的神色怎么样,就知道了。”
  “走吧,”卡德鲁斯说,“但话说在前面,你来付酒钱。”
  “那当然,”腾格拉尔说道。他们快步走向约定的地点,要了瓶酒。
  邦非尔老爹看见唐太斯在十分钟以前刚刚过去。他们既确知了他还在迦太罗尼亚人的村里。便在长着嫩叶的梧桐树下和大枫树底下坐下来。头上的树枝间,小鸟们正在动人地合唱着,歌唱春天的好时光。
  (第二章完)
回复

使用道具 举报

您需要登录后才可以回帖 登录 | 立即注册

本版积分规则

Archiver|手机版|小黑屋|estraducir.com

GMT+8, 2024-4-18 13:27 , Processed in 0.051890 second(s), 21 queries .

Powered by Discuz! X3.4

© 2001-2023 Discuz! Team.

快速回复 返回顶部 返回列表