|
¡Vivir! CAPÍTULO II (5)
Después de morir mi padre, me quedé consumido, como si hubiera cogido la peste. Me pasaba los días sentado en el suelo, delante del chamizo, tan pronto llorando como suspirando. Fengxia venía a menudo a sentarse conmigo.
—¿El abuelo se cayó? —preguntó una vez jugando con mi mano—. ¿Lo tiró el viento? —dijo al verme asentir.
Mi madre y Jiazhen no se atrevían a llorar abiertamente.
Temían que yo me obsesionara con la desgracia y me fuera con mi padre. A veces, por descuido, tropezaba con alguna cosa, y ellas se asustaban. Sólo al ver que no me había caído al suelo como mi padre me preguntaban:
—¿Estás bien?
Esos días, mi madre me decía a menudo:
—Cuando uno vive contento, no teme ni a la pobreza.
Lo decía para consolarme, creyendo que era la miseria lo que me había hundido de esa forma. Pero yo en lo que pensaba era en mi padre muerto. Yo era el causante de su muerte ; y, sin embargo, mi madre, mi Jiazhen y Fengxia iban a tener que pagar conmigo mi culpa.
Diez días después de la muerte de mi padre, vino mi suegro. Entró en el pueblo levantándose el borde de la túnica con las manos, pálido como la cera. Lo seguía un palanquín engalanado de rojo y verde, con unos diez jóvenes tocando el gong y el tambor a cada lado. Al verlo, todo el pueblo acudió a mirar qué pasaba, creyendo que se trataba de alguna boda y preguntándose cómo podía ser que no estuvieran al corriente.
—¿Qué familia celebra? —preguntó uno a mi suegro.
—La mía —contestó mi suegro en voz alta y con cara de pocos amigos.
En ese momento, yo estaba ante la tumba de mi padre. Al oír los gongs y los tambores, levanté los ojos y vi a mi suegro ir hecho una fiera hasta nuestro chamizo. Hizo una seña a la comitiva, depositaron el palanquín en el suelo, y los gongs y los tambores callaron. En ese momento me di cuenta de que quería recuperar a Jiazhen, y el corazón empezó a latirme con fuerza. No sabía qué hacer.
Al oír el ruido, mi madre y Jiazhen salieron.
—Padre —saludó Jiazhen.
—¿Dónde está ese animal? —preguntó él tras mirar a su hija.
Mi madre sonrió como buenamente pudo.
—¿Se refiere a Fugui?
—¿A quién si no?
Mi suegro se volvió y me vio. Dio dos pasos hacia mí y me gritó:
—¡Animal, ven!
Yo me quedé de pie sin moverme, ¿de qué iba yo a atreverme a ir?
—¡Que vengas, so animal! —volvió a gritar haciéndome señas con la mano—. ¿Cómo es que no vienes a presentarme tus respetos? Escúchame bien, animal: igual que en su momento tú te llevaste a Jiazhen, hoy me la llevo yo. Mira: ahí está el palanquín de gala, ahí están los gongs y los tambores, el cortejo será más espléndido que el día de tu boda.
Luego se volvió hacia Jiazhen.
—Corre a recoger tus cosas —le dijo.
Jiazhen se quedó allí sin moverse.
—¡Padre! —suplicó.
—¡Que te des prisa! —ordenó mi suegro dando una patada en el suelo.
Jiazhen me miró, allí a lo lejos, dio media vuelta y entró.
—Tenga piedad de nosotros —dijo mi madre, llorosa—, deje que se quede Jiazhen.
Mi suegro le hizo señas de que se fuera y se volvió hacia mí.
—¡Animal! ¡A partir de ahora, Jiazhen y tú no tendréis nada que ver! ¡Los Chen y los Xu hemos roto la relación!
Mi madre se inclinó para rogarle:
—Por favor, hágalo por el padre de Fugui, deje que se quede Jiazhen.
Mi suegro se volvió hacia ella.
—¡Si fue él quien mató a su padre a disgustos! —le gritó.
Luego, a él mismo le pareció que se había pasado un poco, así que suavizó el tono:
—No piense que soy cruel. De lo que está pasando tiene toda la culpa ese animal y sus mamarrachadas —le dijo, antes de volverse de nuevo hacia mí—. Os dejo a Fengxia, será una Xu, pero el niño que lleva Jiazhen en el vientre será de los Chen.
Mi madre estaba a un lado, llorando a todo llorar.
—¿Y cómo voy a cumplir ahora con los antepasados de la familia Xu?[10] Jiazhen salió con un fardo en la mano.
—Sube al palanquín —le dijo mi suegro.
Jiazhen me miró, fue hasta el palanquín y se volvió hacia mí de nuevo, luego hacia mi madre, y se metió en el palanquín.
En ese momento, Fengxia salió corriendo de no se sabe dónde y, al ver que su madre estaba en el palanquín, ella también quiso subir. Apenas metió la cabeza, Jiazhen la apartó.
Mi suegro hizo una seña a los porteadores, que levantaron el palanquín. Dentro, Jiazhen se echó a llorar a gritos.
—¡Música! —ordenó.
Los diez jóvenes se pusieron a tocar como si les fuera en ello la vida, de modo que dejé de oír el llanto de Jiazhen. El palanquín se puso en camino. Alzándose el borde de la túnica, mi suegro se alejó igual de rápido que el palanquín. Mi madre, torciendo sus pies vendados, fue tras ellos que daba pena; sólo se detuvo a la entrada del pueblo.
En ese momento, Fengxia vino corriendo, ilusionada.
—¡Padre, madre va en palanquín!
Me sentí mal viéndola tan inocente.
—Fengxia, ven aquí —le dije.
Ella se acercó.
—Fengxia —le dije—, no olvides nunca que soy tu padre.
Ella se rió de buena gana.
—Pues tú tampoco olvides que soy Fengxia.
我爹死后,我像是染上了瘟疫一样浑身无力,整日坐在茅屋前的地上,一会儿眼泪汪汪,一会儿唉声叹气。凤霞时常陪我坐在一起,她玩着我的手问我:
“爷爷掉下来了。”
看到我点点头,她又问:
“是风吹的吗?”
我娘和家珍都不敢怎么大声哭,她们怕我想不开,也跟着爹一起去了。有时我不小心碰着什么,她们两人就会吓一跳,看到我没像爹那样摔倒在地,她们才放心地问我:
“没事吧。”
那几天我娘常对我说:
“人只要活得高兴,穷也不怕。”
她是在宽慰我,她还以为我是被穷折腾成这样的,其实我心里想着的是我死去的爹。我爹死在我手里了,我娘我家珍,还有凤霞却要跟着我受活罪。
我爹死后十天,我丈人来了,他右手提着长衫脸色铁青地走进了村里,后面是一抬披红戴绿的花轿,十来个年轻人敲锣打鼓拥在两旁。村里人见了都挤上去看,以为是谁家娶亲嫁女,都说怎么先前没听说过,有一个人问我丈人:
“是谁家的喜事?”
我丈人板着脸大声说:
“我家的喜事。”
那时我正在我爹坟前,我听到锣鼓声抬起头来,看到我丈人气冲冲地走到我家茅屋前,他朝后面摆摆手,花轿放在了地上,锣鼓息了。当时我就知道他是要接家珍回去,我心里咚咚乱跳,不知道该怎么办?
我娘和家珍听到响声从屋里出来,家珍叫了声:
“爹。”
我丈人看看她女儿,对我娘说:
“那畜生呢?”
我娘陪着笑脸说:
“你是说福贵吧?”
“还会是谁。”
我丈人的脸转了过来,看到了我,他向我走了两步,对我喊:
“畜生,你过来。”
我站着没有动,我哪敢过去。我丈人挥着手向我喊:
“你过来,你这畜生,怎么不来向我请安了?畜生你听着,当初是怎么娶走家珍的,我今日也怎么接她回去。你看看,这是花轿,这是锣鼓,比你当初娶亲时只多不少。”
喊完以后,我丈人回头对家珍说:
“你快进屋去收拾一下。”
家珍站着没动,叫了一声:
“爹。”
我丈人使劲跺了下脚说:
“还不快去。”
家珍看看站在远处地里的我,转身进屋了。我娘这时眼泪汪汪地对他说:
“行行好,让家珍留下吧。”
我丈人朝我娘摆摆手,又转过身来对我喊:
“畜生,从今以后家珍和你一刀两断,我们陈家和你们徐家永不往来。”
我娘的身体弯下去求他:
“求你看在福贵他爹的份上,让家珍留下吧。”
我丈人冲着我娘喊:
“他爹都让他气死啦。”
喊完我丈人自己也觉得有些过分,便缓一下口气说:
“你也别怪我心狠,都是那畜生胡来才会有今天。”
说完丈人又转向我,喊道:
“凤霞就留给你们徐家,家珍肚里的孩子就是我们陈家的人啦。”
我娘站在一旁呜呜地哭,她抹着眼泪说:
“这让我怎么去向徐家祖宗交待。”
家珍提了个包裹走了出来,我丈人对她说:
“上轿。”
家珍扭头看看我,走到轿子旁又回头看了看我,再看看我娘,钻进了轿子。这时凤霞不知从哪里跑了出来,一看到她娘坐上轿子了,她也想坐进去,她半个身体才进轿子,就被家珍的手推了出来。
我丈人向轿夫挥了挥手,轿子被抬了起来,家珍在里面大声哭起来,我丈人喊道:“给我往响里敲。”
十来个年轻人拼命地敲响了锣鼓,我就听不到家珍的哭声了。轿子上了路,我丈人手提长衫和轿子走得一样快。我娘扭着小脚,可怜巴巴地跟在后面,一直跟到村口才站住。
这时凤霞跑了过来,她睁大眼睛对我说:
“爹,娘坐上轿子啦。”
凤霞高兴的样子叫我看了难受,我对她说:
“凤霞,你过来。”
凤霞走到我身边,我摸着她的脸说:
“凤霞,你可不要忘记我是你爹。”
凤霞听了这话格格笑起来,她说:
“你也不要忘记我是凤霞。” |
|