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¡Vivir! CAPÍTULO II (1)

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发表于 2022-3-11 23:33:09 | 显示全部楼层 |阅读模式
¡Vivir!  CAPÍTULO II (1)
Años atrás, Jiazhen todavía era una estudiante. En aquella época había escuela nocturna en la ciudad, y allí iba ella, con vestido manchú [9] de color blanco y una lámpara de petróleo en la mano. Iba con unas compañeras suyas. Al doblar una esquina, la vi acercarse, cimbreándose; los tacones repiqueteaban en el pavimento de piedra, clic clac, clic clac, como gotas de lluvia. Me quedé mirándola fijamente. En aquella época, Jiazhen era preciosa, con el pelo bien peinado, recogido detrás de las orejas, y el vestido que le iba haciendo arruguitas en la cintura al andar. En ese momento, pensé: «Quiero que sea mi mujer.» Cuando Jiazhen y sus amigas se alejaron riendo y cuchicheando, pregunté a un zapatero remendón sentado en la acera:
—¿De quién es esa chica?
—Es la noble hija de los Chen, los de la tienda de arroces —contestó el zapatero.
Nada más llegar a mi casa, fui a ver a mi madre.
—Corre a buscar a una casamentera, que quiero tomar por esposa a la hija de Chen, el dueño del negocio de cereales.
A partir del momento en que echaron a Jiazhen esa noche, empecé a tener mala suerte. Perdí varias manos seguidas. Ante mis ojos, la montañita de dinero que había acumulado encima de la mesa se quedó en menos que un charco de lavazas.
Long Er no paraba de reírse, se le iba a deshacer la cara de tanta risa. Estuve jugando hasta el amanecer, la cabeza me daba vueltas y la vista se me nublaba; del estómago me subía un aliento apestoso. En la última partida aposté la cantidad más alta que me había jugado nunca. Me escupí en las manos para frotármelas pensando que toda la suerte del mundo se concentraba en esa tirada. Justo cuando iba a coger los dados, Long Er alzó la mano para detenerme.
—Un momento —dijo—. Traiga una toalla caliente para el señor Xu —ordenó haciendo señas a un camarero.
A esas horas, todos los observadores de la partida se habían ido a dormir y sólo quedábamos los jugadores, los otros dos eran los hombres de Long Er. Más tarde me enteré de que Long Er había sobornado a ese camarero. Me trajo la toalla caliente y, mientras me frotaba la cara con ella, Long Er aprovechó para cambiar a escondidas los dados. Los que sacó estaban trucados. Yo no me di cuenta de nada. Cuando acabé de frotarme la cara, tiré la toalla a la bandeja, cogí los dados y los sacudí como si me fuera la vida en ello. Lancé: la cosa no iba mal, había sacado una puntuación bastante alta.
Cuando le tocó el turno a Long Er, puso sus dados en siete. El puñetero levantó las manos y dio una fuerte palmada gritando:
—¡Siete!
En esos dados había hecho un agujero y había metido mercurio. Cuando Long Er dio la palmada, el mercurio cayó al fondo, así que, cuando los lanzó, de repente pesaban; rodaron un poco y se pararon en el siete.
Cuando vi que había salido el siete, me zumbó la cabeza:
esa vez había perdido en serio. Luego, pensé: «Al fin y al cabo, siempre puedo dejarlo a deber, ya tendré ocasión de volver a ganar», y desapareció la preocupación.
—Póngalo en mi cuenta —le dije, levantándome.
Long Er me hizo seña de que volviera a sentarme.
—Ya no puede dejar a deber nada más —dijo—. Ha perdido los cien mu. Si le hiciera crédito otra vez, ¿con qué me pagaría?
Al oírlo, interrumpí bruscamente mi bostezo.
—No es posible, no es posible —dije de un tirón.
Entonces Long Er y los otros dos acreedores sacaron el libro de cuentas y fueron sumando cada una de las cantidades.
Long Er me dio unas palmadas en la cabeza, que había agachado para mirar.
—Joven señor, ¿lo ve? Todas llevan su firma.
Me di cuenta de que había empezado a deberles dinero seis meses atrás y que, en esos seis meses, había ido perdiendo todas las propiedades que me habían dejado mis antepasados.
—Dejen de contar —dije cuando llegaron a la mitad.
Volví a levantarme y, como un pollo apestado, salí de La Casa Verde. Para entonces, ya era totalmente de día, y me quedé allí parado, en la calle, sin saber hacia dónde dirigirme.
—Buenos días, joven amo Xu —saludó a voces, al verme, un conocido que llevaba una cesta de tofu.
Su voz me sobresaltó del susto. Me quedé mirándolo, pasmado.
—¡Vaya pinta tiene! —dijo risueño—. ¡Está hecho polvo!
El hombre creía que me habían agotado esas mujerzuelas, no sabía que acababa de arruinarme y que me había quedado más pobre que un jornalero. Con una sonrisa amarga, miré cómo se alejaba. Pensé que sería mejor no quedarme allí parado y me puse en camino.
Cuando llegué cerca de la tienda de arroces de mi suegro, dos empleados estaban quitando el panel de la puerta. Al verme soltaron una risita creyendo que iba a pasar por delante saludando a gritos a mi suegro, pero ¿cómo iba yo a tener valor para eso? Todo encogido, pegado a las casas del otro lado, pasé como una exhalación. Oí a mi suegro toser en el interior y luego, ¡ptu!, lanzar un escupitajo al suelo.
Así, completamente aturdido, llegué a las puertas de la ciudad. Por unos instantes, olvidé que acababa de perder toda la fortuna de mi familia, iba con la cabeza vacía, como un avispero después de golpearlo. Pero al salir de la ciudad y ver ese camino que se alejaba en diagonal ante mis ojos, me entró miedo; me pregunté qué iba a hacer. Di unos pasos, pero no podía andar. No se veía un alma por ninguna parte, y pensé en ahorcarme con un cinturón y acabar de una vez. Así pensando, eché a andar de nuevo. Pasé delante de un olmo, pero sólo le lancé una ojeada, sin ninguna intención de desabrocharme el cinturón. En realidad, no quería morir, sólo era una manera de desahogar mi furia conmigo mismo. Pensé que esa maldita deuda no moriría conmigo.
«Fuera. Ni hablar de suicidarse», me dije a mí mismo.
Esa deuda iba a tener que saldarla mi padre. Y al pensar en mi padre, el corazón me dio un vuelco. Esta vez, a ver si no iba a matarme a palos. Así iba yo cavilando, y por muchas vueltas que le diera, no veía más salida que la muerte, así que, a fin de cuentas, para eso valía más volver a casa: si mi padre me mataba a palos, siempre sería mejor que acabar ahorcado como un perro vagabundo.
      早上几年的时候,家珍还是一个女学生。那时候城里有夜校了,家珍穿着月白色的旗袍,提着一盏小煤油灯,和几个女伴去上学。我是在拐弯处看到她,她一扭一扭地走过来,高跟鞋敲在石板路上,滴滴答答像是在下雨,我眼睛都看得不会动了,家珍那时候长得可真漂亮,头发齐齐地挂到耳根,走去时旗袍在腰上一皱一皱,我当时就在心里想,我要她做我的女人。
  家珍她们嘻嘻说着话走过去后,我问一个坐在地上的鞋匠:
  “那是谁家的女儿?”
  鞋匠说:“是陈记米行的千金。”
  我回家后马上对我娘说:
  “快去找个媒人,我要把城里米行陈老板的女儿娶过来。”
  家珍那天晚上被拖走后,我就开始倒霉了,连着输了好几把,眼看着桌上小山坡一样堆起的钱,像洗脚水倒了出去。
  龙二嘿嘿笑个不停,那张脸都快笑烂了。那次我一直赌到天亮,赌得我头晕眼花,胃里直往嘴上冒臭气。最后一把我压上了平生最大的赌注,用唾沫洗洗手,心想千秋功业全在此一掷了。我正要去抓骰子,龙二伸手挡了挡说:
  “慢着。”
  龙二向一个跑堂挥挥手说:
  “给徐家少爷拿块热毛巾来。”那时候旁边看赌的人全回去睡觉了,只剩下我们几个赌的,另两个人是龙二带来的。我是后来才知道龙二买通了那个跑堂,那跑堂将热毛巾递给我,我拿着擦脸时,龙二偷偷换了一付骰子,换上来的那付骰子龙二做了手脚。我一点都没察觉,擦完脸我把毛巾往盘子里一扔,拿起骰子拼命摇了三下,掷出去一看,还好,点数还挺大的。
  轮到龙二时,龙二将那颗骰子放在七点上,这小子伸出手掌使劲一拍,喊了一**
  “七点。”
  那颗骰子里面挖空了灌了水银,龙二这么一拍,水银往下沉,抓起一掷,一头重了滚几下就会停在七点上。
  我一看那颗骰子果然是七点,脑袋嗡的一下,这次输惨了。继而一想反正可以赊帐,日后总有机会赢回来,便宽了宽心,站起来对龙二说:
  “先记上吧。”
  龙二摆摆手让我坐下,他说:
  “不能再让你赊帐了,你把你家一百多亩地全输光了。再赊帐,你拿什么来还?”
  我听后一个呵欠没打完猛地收回,连声说:
  “不会,不会。”
  龙二和另两个债主就拿出帐簿,一五一十给我算起来,龙二拍拍我凑过去的脑袋,对我说:
  “少爷,看清楚了吗?这可都是你签字画押的。”
  我才知道半年前就欠上他们了,半年下来我把祖辈留下的家产全输光了。算到一半,我对龙二说:
  “别算了。”
  我重新站起来,像只瘟鸡似的走出了青楼,那时候天完全亮了,我就站在街上,都不知道该往哪里走。有一个提着一篮豆腐的熟人看到我后响亮地喊了一声:
  “早啊,徐家少爷。”
  他的喊声吓了我一跳,我呆呆地看着他。他笑眯眯地说:
  “瞧你这样子,都成药渣了。”
  他还以为我是被那些女人给折腾的,他不知道我破产了,我和一个雇工一样穷了。我苦笑着看他走远,心想还是别在这里站着,就走动起来。
  我走到丈人米行那边时,两个伙计正在卸门板,他们看到我后嘻嘻笑了一下,以为我又会过去向我丈人大声请安,我哪还有这个胆量?我把脑袋缩了缩,贴着另一端的房屋赶紧走了过去。我听到老丈人在里面咳嗽,接着呸的一声一口痰吐在了地上。
  我就这样迷迷糊糊地走到了城外,有一阵子我竟忘了自己输光家产这事,脑袋里空空荡荡,像是被捅过的马蜂窝。到了城外,看到那条斜着伸过去的小路,我又害怕了,我想接下去该怎么办呢?我在那条路上走了几步,走不动了,看看四周都看不到人影,我想拿根裤带吊死算啦。这么想着我又走动起来,走过了一棵榆树,我只是看一眼,根本就没打算去解裤带。其实我不想死,只是找个法子与自己赌气。我想着那一屁股债又不会和我一起吊死,就对自己说:
  “算啦,别死啦。”
  这债是要我爹去还了,一想到爹,我心里一阵发麻,这下他还不把我给揍死?我边走边想,怎么想都是死路一条了,还是回家去吧。被我爹揍死,总比在外面像野狗一样吊死强。
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