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¡Vivir! CAPÍTULO I (4)
Ya de adulto, me gustaba ir de picos pardos a la ciudad. A menudo me pasaba diez o quince días sin volver a casa. Iba vestido de seda blanca, con el pelo pringoso de brillantina, liso y reluciente. Cuando me ponía delante del espejo y me veía así, con la cabeza toda barnizada de negro, me parecía que tenía la pinta de un ricachón.
Me gustaba andar metido en burdeles y oír a esas mujerzuelas que se pasaban la noche de cháchara y risitas. Escucharlas daba tanto gusto como cuando te rascas donde te pica. El hombre, una vez que es capaz de pasarse el día de putas, ya no puede evitar darse al juego. Ir de putas y apostar son tan inseparables como el brazo y el hombro. Con el tiempo fui prefiriendo el juego, y lo de ir de putas ya sólo lo hacía para relajarme un poco, igual que cuando bebes mucha agua y tienes que aliviarte o, hablando en plata, tienes que mear. En cambio, el juego era completamente diferente.
Me divertía y, al mismo tiempo, me ponía muy tenso. Pero sobre todo era esa tensión lo que me daba un bienestar indescriptible.
Antes me pasaba la vida rascándome la barriga, todo el día apático. Por las mañanas, al despertarme, mi única preocupación era cómo iba a matar el tiempo ese día. Mi padre no paraba de quejarse y me regañaba por no haber honrado a los antepasados. Yo pensaba que honrar a los antepasados tampoco era algo que sólo pudiera hacer yo, y decía para mis adentros: «¿A santo de qué no voy a poder yo disfrutar de la vida por pensar en latazos como honrar a los antepasados?» Además, mi padre, de joven, era igual que yo. Los ancestros de mi familia tenían más de doscientos mu de tierra. Cuando llegaron a sus manos, empezó a tirar la casa por la ventana, y enseguida los doscientos se quedaron en cien.
—Tú tranquilo, hombre, que ya honrará mi hijo a los antepasados —le dije un día.
Siempre hay que dejar algo bueno a la siguiente generación, ¿no? Al oírlo, mi madre se echó a reír y me contó en secreto que mi padre, de joven, había dicho exactamente lo mismo a mi abuelo. Así que yo pensé: «¡Claro, ahí está! Se empeña en que haga yo lo que él fue incapaz de hacer, ¿cómo voy a aceptarlo?» En esa época, mi hijo Youqing aún no había nacido, y mi hija Fengxia acababa de cumplir cuatro años. Jiazhen estaba embarazada, de seis meses y, como es natural, estaba más bien feúcha. Andaba como si fuera sujetando un panecillo con la entrepierna, con los pies hacia fuera en lugar de hacia delante, y yo le tomé manía.
—¡Tú, desde luego, basta que te sople el viento para que te pongas hecha una bola! —le decía.
Jiazhen nunca me llevaba la contraria. Al oír esas palabras tan denigrantes, hacía de tripas corazón y se limitaba a contestar con dulzura:
—Pues el viento no fue.
A partir de cuando me puse a jugar, en cambio, sí que quise de verdad honrar a los antepasados recuperando ese centenar de mu que mi padre había perdido. Un día de ésos, mi padre me preguntó qué demonios hacía yo vagueando en la ciudad.
—Ya no hago el vago, me dedico a los negocios —le dije.
—¿Qué negocios?
Al oír mi respuesta, se puso hecho un basilisco. De joven, él también había contestado lo mismo a mi abuelo, y sabía que yo jugaba. Se quitó uno de sus zapatos de tela y se puso a pegarme. Yo iba apartándome y esquivándolo, creyendo que serían unos cuantos golpes y ya está. Pero ese padre mío, que no tenía fuerzas más que para toser, cuanto más pegaba más se ensañaba. Además, ¡ni que yo fuera una mosca, para que anduviera él arreándome zapatazos!
—¡Padre, para de una puñetera vez! —le dije agarrándole la mano—. ¡Di tú que te lo consiento porque me trajiste al mundo, que si no...! ¡Que pares de una puñetera vez!
Lo tenía agarrado por la derecha, pero él se quitó el otro zapato con la izquierda, con intención de seguir pegándome. Le agarré también la izquierda, así ya no podía hacer nada.
Estuvo un buen rato temblando de rabia antes de gritarme:
—¡Bastardo!
—¡Vete a la mierda!
Lo empujé con las dos manos, y él dio un traspié y cayó de culo en un rincón.
我长大以后喜欢往城里跑,常常是十天半月不回家。我穿着白色的丝绸衣衫,头发抹得光滑透亮,往镜子前一站,我看到自己满脑袋的黑油漆,一副有钱人的样子。
我爱往妓院钻,听那些风骚的女人整夜叽叽喳喳和哼哼哈哈,那些声音听上去像是在给我挠痒痒。做人呵,一旦嫖上以后,也就免不了要去赌。这个嫖和赌,就像是胳膊和肩膀连在一起,怎么都分不开。后来我更喜欢赌博了,嫖妓只是为了轻松一下,就跟水喝多了要去方便一下一样,说白了就是撒尿。赌博就完全不一样了,*沂怯滞纯煊纸粽牛乇鹗悄歉鼋*张,有一股叫我说不出来的舒坦。以前我是过一天和尚撞一天钟,整天有气无力,每天早晨醒来犯愁的就是这一天该怎么打发。我爹常常唉声叹气,训斥我没有光耀祖宗。
我心想光耀祖宗也不是非我莫属,我对自己说:“凭什么让我放着好端端的日子不过,去想光耀祖宗这些累人的事。再说我爹年轻时也和我一样,我家祖上有两百多亩地,到他手上一折腾就剩一百多亩了。我对爹说:
“你别犯愁啦,我儿子会光耀祖宗的。”
总该给下一辈留点好事吧。我娘听了这话吃吃笑,她偷偷告诉我:“我爹年轻时也这么对我爷爷说过。我心想就是嘛,他自己干不了的事硬要我来干,我怎么会答应。那时候我儿子有庆还没出来,我女儿凤霞刚好四岁。家珍怀着有庆有六个月了,自然有些难看,走路时裤裆里像是夹了个馒头似的一撇一撇,两只脚不往前往横里跨,我嫌弃她,对她说:
“你呀,风一吹肚子就要大上一圈。”
家珍从不顶撞我,听了这糟蹋她的话,她心里不乐意也只是轻轻说一句:
“又不是风吹大的。”
自从我赌博上以后,我倒还真想光耀祖宗了,想把我爹弄掉的一百多亩地挣回来。那些日子爹问我在城里鬼混些什么,我对他说:
“现在不鬼混啦,我在做生意。”
他问:“做什么生意?”
他一听就火了,他年轻时也这么回答过我爷爷。他知道我是在赌博,脱下布鞋就朝我打来,我左躲右藏,心想他打几下就该完了吧。可我这个平常只有咳嗽才有力气的爹,竟然越打越凶了。我又不是一只苍蝇,让他这么拍来拍去。我一把捏住他的手,说道:
“爹,你他娘的算了吧。老子看在你把我弄出来的份上让让你,你他娘的就算了吧。”
我捏住爹的右手,他又用左手脱下右脚的布鞋,还想打我。我又捏住他的左手,这样他就动弹不得了,他气得哆嗦了半晌,才喊出一声:
“孽子。”
我说:“去你娘的。”
双手一推,他就跌坐到墙角里去了。 |
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