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¡Vivir! CAPÍTULO II (3)

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发表于 2022-3-11 23:35:33 | 显示全部楼层 |阅读模式
¡Vivir!  CAPÍTULO II (3)
Al día siguiente, al amanecer, acababa de levantarme cuando vi a cuatro hombres entrar en el patio de casa. En cabeza iba un ricachón vestido de seda. Se volvió hacia los tres porteadores vestidos de algodón basto.
—Dejadlo en el suelo —dijo con una seña de la mano.
Los porteadores depositaron sus cargas en el suelo y se secaron el sudor con el bajo de la camisa.
—Señor Xu —dijo a voces, dirigiéndose a mi padre aunque mirándome a mí—, ya está aquí lo que pidió.
Mi padre salió, sin parar de toser, con los títulos de propiedad de las tierras y la casa, y se los entregó.
—Gracias por haberse tomado la molestia de venir hasta aquí —dijo con una reverencia.
—Aquí está todo, puede contarlo —le dijo el hombre señalando los canastos de las tres palancas, que contenían las monedas de cobre.
Mi padre no se daba aires de ricachón.
—No, no es necesario —dijo, sencillo y respetuoso como un pobre—. Pase y tómese un té.
—No, gracias —dijo el hombre—. Éste debe de ser el joven amo, ¿no? —preguntó a mi padre mirándome.
Mi padre asintió.
—Cuando vayas a entregar esto —me dijo con una risita—, cúbrelo con hojas de calabaza, no sea que te lo roben.
A partir de ese día, recorrí los más de diez li que había hasta la ciudad acarreando con palanca el dinero para saldar la deuda. Las hojas de calabaza que lo cubrían las habían arrancado mi madre y Jiazhen. Cuando las vio Fengxia, ella también quiso participar y eligió las dos más grandes para ponerlas sobre los canastos. Cuando levanté la palanca con el hombro, disponiéndome a salir, Fengxia no sabía que yo iba a saldar una deuda.
—Padre —me dijo levantando su carita—, ¿vas a estar otra vez muchos días lejos de casa?
Al oírla me cosquilleó la nariz y faltó poco para que se me saltaran las lágrimas. Me apresuré a salir con mi carga hacia la ciudad.
—¡Ya está aquí el joven amo Xu! —me saludó muy cariñoso Long Er al verme llegar con la palanca.
Dejé la carga delante de él.
—¿No se está mortificando demasiado? —preguntó apartando las hojas de calabaza—. Habría sido mucho más fácil traerlo en yuanes de plata.
Cuando le llevé la última tanda de monedas de cobre, dejó de llamarme «joven amo».
—Fugui, déjalo ahí —me dijo señalándome el suelo con la barbilla.
En cambio, el otro acreedor fue algo más amable.
—Fugui, ve a tomarte un té —me dijo dándome unas palmadas en el hombro.
—Eso, eso, que se tome un té, invito yo —se apresuró a decir Long Er al oírlo.
Dije que no, pensando que sería mejor volver a casa. En sólo un día, mi chaqueta de seda se había desgastado hasta romperse y me sangraba el hombro. Me fui solo hacia casa, andando y llorando, llorando y andando. Pensé que sólo por cargar con monedas todo un día me había quedado para el arrastre y me pregunté cuántos antepasados míos se habían dejado la salud para ganar ese dinero. En ese momento supe por qué mi padre había pedido monedas de cobre y no yuanes de plata, para que me diera cuenta de eso, para que me diera cuenta de lo dificilísimo que es ganar dinero. Al pensarlo no pude seguir andando. Me puse en cuclillas al borde del camino y me eché a llorar hasta que se me quedaron crispados los músculos de la cintura.
En ese momento pasó por allí el viejo peón de mi casa, ese Changgen que cuando yo era pequeño me llevaba a cuestas a la escuela. Había trabajado en casa varias décadas, pero ahora tenía que marcharse. Era huérfano desde muy niño, y mi abuelo se lo llevó a casa. Luego nunca se casó. Como yo, iba llorando desconsolado, descalzo y con los pies agrietados, en carne viva.
—¡Joven amo! —saludó al verme en cuclillas al borde del camino.
—¡No me llames joven amo, llámame animal de bellota!
—Un emperador que mendiga sigue siendo un emperador —me dijo moviendo la cabeza—. Aunque no tenga dinero, usted sigue siendo el joven amo.
Al oírlo, las lágrimas que acababa de secarme volvieron a brotar. Él se puso en cuclillas a mi lado y se echó a llorar cubriéndose la cara con las manos.
—Va a anochecer. Changgen, vuelve a casa.
Changgen se levantó y fue alejándose paso a paso.
—¿Qué casa tengo ya? —iba diciendo con voz lúgubre.
También había perjudicado a Changgen. Viéndolo irse, más solo que la una, sentí encogérseme a golpes el corazón. Sólo cuando Changgen desapareció a lo lejos, me levanté y eché a andar hacia casa.
Cuando llegué ya era de noche. Todos los mozos y las criadas de casa se habían ido. Mi madre y Jiazhen estaban en la cocina, una encendiendo el fuego y la otra preparando la cena. Mi padre seguía en cama. Sólo Fengxia seguía igual de alegre que siempre, sin saber todavía que a partir de entonces tendría que sufrir penalidades y miseria. Vino dando brincos y saltó a mi regazo.
—¿Por qué dicen que ya no soy una señorita? —preguntó.
Le acaricié las mejillas, incapaz de decir una sola palabra.
Menos mal que no insistió. Me rascó con la uña el barro de los pantalones.
—Te estoy lavando los pantalones —dijo alegre.
Cuando llegó la hora de cenar, mi madre fue hasta la puerta de la habitación de mi padre.
—¿Te traigo la cena? —le preguntó.
—No, me levanto —dijo mi padre.
Salió de su cuarto sujetando con tres dedos la lámpara de petróleo. La luz lo iluminaba a destellos, dejándole la cara medio a oscuras. Iba encorvado y tosiendo sin parar.
—¿Has saldado la deuda? —me preguntó.
—Sí —contesté cabizbajo.
—Bien, bien —dijo él—. Tienes el hombro en carne viva —añadió al verlo.
No dije nada. Miré furtivamente a mi madre y a Jiazhen.
Las dos me miraban el hombro con los ojos llenos de lágrimas. Mi padre se puso a cenar despacito, pero apenas tomó unos cuantos bocados dejó los palillos en la mesa y apartó el cuenco. Dejó de comer.
—Hace mucho tiempo, el fundador de nuestra familia Xu sólo criaba un pollito. Cuando el pollito creció, se convirtió en oca; cuando la oca creció, se convirtió en cordero; y cuando el cordero creció, se convirtió en buey. Así fue como hicimos fortuna los Xu.
Hablaba con un hilo de voz. Hizo una pausa y siguió:
—Cuando esa fortuna llegó a mis manos, el buey de los Xu se convirtió en cordero, y el cordero en oca. Al llegar a ti, la oca se hizo pollo, y ahora ya no tenemos ni pollo.
Al decir esto, mi padre se echó a reír; y riendo, riendo, se echó a llorar.
—Los Xu han tenido dos hijos pródigos —dijo enseñando dos dedos.
  第二天一早,我刚起床就看到四个人进了我家院子,走在头里的是个穿绸衣的有钱人,他朝身后穿粗布衣服的三个挑夫摆摆手说:
  “放下吧。”
  三个挑夫放下担子撩起衣角擦脸时,那有钱人看着我喊的却是我爹:
  “徐老爷,你要的货来了。”
  我爹拿着地契和房契连连咳嗽着走出来,他把房地契递过去,向那人哈哈腰说:
  “辛苦啦。”
  那人指着三担铜钱,对我爹说:
  “都在这里了,你数数吧。”
  我爹全没有了有钱人的派头,他像个穷人一样恭敬地说:
  “不用,不用,进屋喝口茶吧。”
  那人说:“不必了。”
  说完,他看看我,问我爹:
  “这位是少爷吧?”
  我爹连连点头,他朝我嘻嘻一笑,说道:
  “送货时采些南瓜叶子盖在上面,可别让人抢了。”
  这天开始,我就挑着铜钱走十多里路进城去还债。铜钱上盖着的南瓜叶是我娘和家珍去采的,凤霞看到了也去采,她挑最大的采了两张,盖在担子上,我把担子挑起来准备走,凤霞不知道我是去还债,仰着脸问:
  “爹,你是不是又要好几天不回家了?”
  我听了这话鼻子一酸,差点掉出眼泪来,挑着担子赶紧往城里走。到了城里,龙二看到我挑着担子来了,亲热地喊一声:
  “来啦,徐家少爷。”
  我把担子放在他跟前,他揭开瓜叶时皱皱眉,对我说:
  “你这不是自找苦吃,换些银元多省事。”
  我把最后一担铜钱挑去后,他就不再叫我少爷,他点点头说:
  “福贵,就放这里吧。”
  倒是另一个债主亲热些,他拍拍我的肩说:
  “福贵,去喝一壶。”
  龙二听后忙说:“对,对,喝一壶,我来请客。”
  我摇摇头,心想还是回家吧。一天下来,我的绸衣磨破了,肩上的皮肉渗出了血。我一个人往家里走去,走走哭哭,哭哭走走。想想自己才挑了一天的钱就累得人都要散架了,祖辈挣下这些钱不知要累死多少人。到这时我才知道爹为什么不要银元偏要铜钱,他就是要我知道这个道理,要我知道钱来得千难万难。这么一想,我都走不动路了,在道旁蹲下来哭得腰里直抽搐。那时我家的老雇工,就是小时候背我去私塾的长根,背着个破包裹走过来。他在我家干了几十年,现在也要离开了。他很小就死了爹娘,是我爷爷带回家来的,以后也一直没娶女人。他和我一样眼泪汪汪,赤着皮肉裂开的脚走过来,看到我蹲在路边,他叫了一声:
  “少爷。”
  我对他喊:“别叫我少爷,叫我畜生。”
  他摇摇头说:“要饭的皇帝也是皇帝,你没钱了也还是少爷。”
  一听这话我刚擦干净脸眼泪又下来了,他也在我身旁蹲下来,捂着脸呜呜地哭上了。我们在一起哭了一阵后,我对他说:
  “天快黑了,长根你回家去吧。”
  长根站了起来,一步一步地走开去,我听到他嗡嗡地说:
  “我哪儿还有什么家呀。”
  我把长根也害了,看着他孤身一人走去,我心里是一阵一阵的酸痛。直到长根走远看不见了,我才站起来往家走,我到家的时候天已经黑了。家里原先的雇工和女佣都已经走了,我娘和家珍在灶间一个烧火一个做饭,我爹还在床上躺着,只有凤霞还和往常一样高兴,她还不知道从此以后就要受苦受穷了。她蹦蹦跳跳走过来,扑到我腿上问我:
  “为什么他们说我不是小姐了?”
  我摸摸她的小脸蛋,一句话也说不出来,好在她没再往下问,她用指甲刮起了我裤子上的泥巴,高兴地说:
  “我在给你洗裤子呢。”
  到了吃饭的时候,我娘走到爹的房门口问他:
  给你把饭端进来吧?”
  我爹说:“我出来吃。”
  我爹三根指头执着一盏煤油灯从房里出来,灯光在他脸上一闪一闪,那张脸半明半暗,他弓着背咳嗽连连。爹坐下后问我:
  “债还清了?”
  我低着头说:“还清了。”
  我爹说:“这就好,这就好。”
  他看到了我的肩膀,又说:
  “肩膀也磨破了。”
  我没有作声,偷偷看看我娘和家珍,她们两个都泪汪汪地看着我的肩膀。爹慢吞吞地吃起了饭,才吃了几口就将筷子往桌上一放,把碗一推,他不吃了。过一会,爹说道:
  “从前,我们徐家的老祖宗不过是养了一只小鸡,鸡养大后变成了鹅,鹅养大了变成了羊,再把羊养大,羊就变成了牛。我们徐家就是这样发起来的。”
  爹的声音里咝咝的,他顿了顿又说:
  “到了我手里,徐家的牛变成了羊,羊又变成了鹅。传到你这里,鹅变成了鸡,现在是连鸡也没啦。”
  爹说到这里嘿嘿笑了起来,笑着笑着就哭了。他向我伸出两根指头:
  “徐家出了两个败家子啊。”
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