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La verídica historia de A Q (III. Noticias más amplias sobre las victorias de

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发表于 2022-2-28 01:14:28 | 显示全部楼层 |阅读模式
La verídica historia de A Q
III. Noticias más amplias sobre las victorias de A Q
Si bien A Q siempre obtenía victorias de esa clase, sólo se hizo famoso cuando el señor Chao le favoreció con una bofetada en plena cara.
Una vez hubo pagado al alcalde un soborno de doscientas sapecas, se tendió en el suelo, enfadado. Después pensó: «Qué mundo el de hoy, en que el hijo golpea a su padre...»
De pronto recordó el prestigio del señor Chao y cómo ahora era nada menos que su hijo, lo cual le sentirse satisfecho; se levantó y se fue a la tasa, cantando La joven viuda en la tumba de su esposo. En ese momento reconoció que verdaderamente el señor Chao pertenecía a una clase superior a mucha gente.
Tras este incidente, aunque resulte sorprendente, todo el mundo pareció rendirle desusado respeto. Probablemente A Q lo atribuyera al hecho de ser el padre del señor Chao, pero en realidad no era ese el caso. Por lo general, en Weichuang, el que Fulano séptimo golpeara a Fulano octavo, o el que el cuarto Li golpeara al tercer Chang, no era cosa que se tomara en cuenta. Para que los aldeanos consideraran una paliza digna de sus comentarios, tenía que estar relacionada con algún personaje importante como el señor Chao; pero si la clasificación era de primer orden, si el que pegaba era famoso, el que recibía los golpes gozaba también de los ecos de su fama. En cuanto a que la culpa fuese de A Q, se daba por descontado. Ello era debido a que el señor Chao no podía dejar de tener razón. Pero si A Q no tenía ni un adarme de razón, ¿por qué todo el mundo parecía tratarlo con tan inusitado respeto? Esto es difícil de explicar. Podemos adelantar la hipótesis de que tal vez se debiera al hecho de que A Q había dicho pertenecer a la misma familia que el señor Chao, de modo que, aunque hubiese sido castigado, la gente todavía presumiese que debía de haber alguna verdad en lo que había dicho y entonces era más seguro tratarlo con cierto respeto. O bien, el caso podía ser como el del buey del sacrificio en el templo de Confucio: es decir que, aunque el buey estaba en la misma categoría que el cerdo y la oveja del sacrificio —puesto que todos eran animales—, ya que el sabio lo había probado, los confucianos no se atrevían, naturalmente, a tocarlo.
Después de aquello A Q vivió varios años de triunfal satisfacción.
Una vez, en primavera, caminando, ebrio, vio
Bigotes Wang sentado, desnudo hasta la cintura, despiojándose al pie de una muralla, a pleno sol, y ante el espectáculo comenzó a sentir comezón en el cuerpo. El tal Bigotes Wang tenía costras de sarna en el cuerpo y patillas en la cara y todo el mundo le llamaba «Sarnoso Bigotes Wang». A Q omitía la palabra «sarnoso», pero sentía el más profundo desprecio por él. A Q pensaba que, si bien las costras no eran nada excepcional, las patillas eran realmente extraordinarias y la gente no podía sino despreciar a un tipo así. De modo que A Q se sentó a su lado. Si hubiera sido cualquier otro holgazán, A Q jamás se hubiera atrevido a sentarse con tal despreocupación; pero, ¿qué podía temer de Bigotes Wang? A decir verdad, el que él deseara sentarse allí era un honor para Wang.
A Q se quitó la ruinosa chaqueta forrada y la volvió del revés, pero, fuese porque acababa de lavarla, o porque fue demasiado torpe en su búsqueda, hurgó largo rato y sólo encontró tres o cuatro piojos. Por otra parte, vio a Bigotes Wang pescar uno tras otro, en rápida sucesión, y echárselos a la boca produciendo un estallido.
Al principio, A Q se sintió desesperado; luego, resentido: el despreciable Bigotes Wang pescaba tantos, y él había encontrado tan pocos; ¡qué pérdida de prestigio! Estaba ansioso por pillar uno o dos grandes, pero no había ninguno y sólo tras considerables dificultades pudo coger uno mediano, que se echó con energía a su gruesa boca y que mordisqueo con toda su fuerza, sin producir más que un pequeño estallido, inferior en mucho a los ruidos que Bigotes Wang hacía en aquel momento.
Todas sus cicatrices de sarna se pusieron escarlata. Arrojó la chaqueta al suelo, escupió y dijo:
—¡Gusano!
—Perro sarnoso, ¿a quién insultas? —preguntó Bigotes Wang, mirándolo con desprecio.
Aunque en los últimos tiempos A Q gozaba de relativamente mayor respeto y se había vuelto, por tanto, mucho más engreído, cuando se enfrentaba con gente acostumbrada a pelear, se sentía tímido; pero en aquella ocasión se mostró excepcionalmente combativo. ¿Cómo se atrevía a decir impertinencias un tipo con las mejillas peludas?
Al que le caiga el sayo, que se lo ponga —dijo A Q, poniéndose de pie, con las manos en las caderas.
—¿Te pican los huesos? —preguntó Bigotes Wang, levantándose a su vez y poniéndose la chaqueta.
A Q creyó que intentaba huir, de modo que dio un paso adelante y trató de golpearlo con el puño.
Pero antes de que su mano tocara a Bigotes Wang, éste se la había cogido, tirando de ella con tanta violencia que le hizo caer tambaleando contra él. Bigotes Wang le cogió de la trenza y comenzó a arrastrarlo hacia la muralla, para golpearle la cabeza a la manera tradicional.
—«¡Un caballero emplea su lengua, pero no las manos!» —protestó A Q, ladeando la cabeza.
Al parecer Bigotes Wang no era un caballero, porque sin prestar la menor atención a lo que A Q decía, le golpeó la cabeza contra la muralla cinco veces seguidas y luego le propinó un empujón que lo envió trastabillando a dos metros de distancia. Solamente entonces Bigotes Wang se sintió satisfecho y se marchó.
Hasta donde era capaz de recordar, aquélla era la primera humillación de su vida, porque él siempre había despreciado a Bigotes Wang a causa de sus mejillas peludas, pero nunca había sido despreciado por éste ni mucho menos golpeado. Y ahora, en contra de todo lo que cabría esperar, Bigotes Wang le había pegado. Tal vez lo que decían en el mercado fuese verdad: «El emperador ha abolido los exámenes oficiales, de modo que los letrados que los han rendido ya no son necesarios». De resultas de ello, la familia Chao debe de haber perdido prestigio. ¿Sería por eso que la gente la trataba con desprecio?
Allí estaba A Q, irresoluto.
A lo lejos, se veía venir a un hombre, que resultó ser otro de los enemigos de A Q. Era una de las personas de las que éste más abominaba: el hijo mayor del señor Chian. Había ido a la ciudad a estudiar en un colegio extranjero y después se había arreglado de alguna forma para viajar al Japón. Cuando regresó a casa, medio año después, tenía las piernas rectas y su coleta había desaparecido. Su madre lloró amargamente una docena de veces, su mujer trató de arrojarse al pozo tres veces. Más tarde la madre dijo a todo el mundo: «Un bribón le cortó la trenza cuando estaba borracho. Pudo ser funcionario, pero ahora tiene que esperar hasta que le vuelva a crecer».
Sin embargo, A Q no creía en aquella historia e insistía en llamarlo «Falso Demonio Extranjero» y «traidor a sueldo extranjero». Tan pronto como lo vio, comenzó a insultarlo por lo bajo.
Lo que más despreciaba y detestaba en él era su coleta falsa. Cuando un hombre llegaba a tener una trenza artificial casi no se le podía considerar un ser humano; y el hecho de que su mujer no se hubiera lanzado a la noria por cuarta vez demostraba que tampoco ella era una mujer buena.
El «Falso Demonio Extranjero» venía aproximándose —¡Calvo! Burro…—. Antes A Q había insultado sólo como para sí, sin palabras audibles; pero en esta ocasión, debido a su mal humor y debido también a que deseaba expresar su necesidad de venganza, las palabras se deslizaron de su boca, queda e involuntariamente.
Por desgracia el «calvo» llevaba en las manos un pulido garrote de color amarillo que A Q llamaba «el bastón del duelo» y se le acercó a grandes pasos. A Q supo de inmediato que había una paliza en perspectiva y se preparó, contrayendo los músculos y encogiendo los hombros; y, en efecto, se oyó un sonoro golpe que pareció aterrizar sobre su cabeza.
—¡Lo decía por él! —explicó A Q señalando a un niño que andaba por ahí.
¡Paf'! ¡paf! ¡paf!
Por lo que A Q podía recordar, probablemente ésta fuese la segunda humillación de su vida. Felizmente, cuando el ruido de la paliza cesó, le pareció que el asunto estaba liquidado y en cierto modo se sintió aliviado. Además, su preciosa «capacidad de olvido», legada por sus antepasados, produjo efecto. Se fue caminando lentamente y, antes de llegar a la puerta de la taberna, se sintió algo más feliz.
Pero en dirección contraria venia una pequeña monja del Convento del Sereno Recogimiento. En tiempos normales, A Q se habría puesto a maldecir; ¿qué esperar entonces después de sus humillaciones? Inmediatamente se acordó de lo que le había sucedido y se enfureció de nuevo.
—No sabía a qué debía mi mala suerte de hoy, pero, pensándolo bien, debe de ser porque tenía que verte a ti —se dijo.
Se acercó a ella, escupió ruidosamente y dijo:
—¡Ufl ¡Pu!
La monjita no le prestó la menor atención y siguió caminando con la cabeza baja. A Q continuó junto a ella, estiró de repente la mano, le sobó la cabeza recién afeitada y, riendo estúpidamente, le dijo:
—¡Pelada! Vuelve pronto, que tu bonzo te está esperando...
—¿Por qué me pones la mano encima...? —dijo la monja, enrojeciendo, tratando de alejarse rápidamente.
Los hombres que había en la taberna se rieron a carcajadas. A Q, al ver que su hazaña era apreciada, empezó a sentirse estimulado.
—Si el bonzo te puede tocar, ¿por qué no voy a tocarte yo? —dijo, pellizcándole la mejilla.
Los de la taberna volvieron a reír a carcajadas. A Q se sintió aún más complacido y, con el objeto de dar satisfacción a los espectadores, volvió a pellizcarla con fuerza antes de permitirle marchar.
Tras ese encuentro, A Q olvidó a Bigotes Wang y al Falso Demonio Extranjero, como si se hubiera desquitado de toda la mala suerte de aquel día, y, cosa extraña, sentíase mucho mejor que después de la paliza, ágil y ligero como si fuera a flotar en el aire.
—¡Ojalá el maldito A Q muera sin descendencia! —se oyó sollozar a la distancia a la pequeña monja.
—¡Ja, ja, ja! —rió A Q completamente satisfecho.
—¡Ja, ja, ja! —rió la gente en la taberna, también sumamente complacida, aunque no tanto como A Q.
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发表于 2022-3-4 01:31:42 | 显示全部楼层
第3章 优胜记略续
然而阿Q虽然常优胜,却直待蒙赵太爷打他嘴巴之后,这才出了名。

    他付过地保二百文酒钱,愤愤的躺下了,后来想:"现在的世界太不成话,儿子打老子……"于是忽而想到赵太爷的威风,而现在是他的儿子了,便自己也渐渐的得意起来,爬起身,唱着《小孤孀上坟》③到酒店去。这时候,他又觉得赵太爷高人一等了。

    说也奇怪,从此之后,果然大家也仿佛格外尊敬他。这在阿Q,或者以为因为他是赵太爷的父亲,而其实也不然。未庄通例,倘如阿七打阿八,或者李四打张三,向来本不算口碑。一上口碑,则打的既有名,被打的也就托庇有了名。至于错在阿Q,那自然是不必说。所以者何?就因为赵太爷是不会错的。但他既然错,为什么大家又仿佛格外尊敬他呢?这可难解,穿凿起来说,或者因为阿Q说是赵太爷的本家,虽然挨了打,大家也还怕有些真,总不如尊敬一些稳当。否则,也如孔庙里的太牢④一般,虽然与猪羊一样,同是畜生,但既经圣人下箸,先儒们便不敢妄动了。

    阿Q此后倒得意了许多年。

    有一年的春天,他醉醺醺的在街上走,在墙根的日光下,看见王胡在那里赤着膊捉虱子,他忽然觉得身上也痒起来了。这王胡,又癞又胡,别人都叫他王癞胡,阿Q却删去了一个癞字,然而非常渺视他。阿Q的意思,以为癞是不足为奇的,只有这一部络腮胡子,实在太新奇,令人看不上眼。他于是并排坐下去了。倘是别的闲人们,阿Q本不敢大意坐下去。但这王胡旁边,他有什么怕呢?老实说:他肯坐下去,简直还是抬举他。

    阿Q也脱下破夹袄来,翻检了一回,不知道因为新洗呢还是因为粗心,许多工夫,只捉到三四个。他看那王胡,却是一个又一个,两个又三个,只放在嘴里毕毕剥剥的响。

    阿Q最初是失望,后来却不平了:看不上眼的王胡尚且那么多,自己倒反这样少,这是怎样的大失体统的事呵!他很想寻一两个大的,然而竟没有,好容易才捉到一个中的,恨恨的塞在厚嘴唇里,狠命一咬,劈的一声,又不及王胡的响。

    他癞疮疤块块通红了,将衣服摔在地上,吐一口唾沫,说:

    "这毛虫!"

    "癞皮狗,你骂谁?"王胡轻蔑的抬起眼来说。

    阿Q近来虽然比较的受人尊敬,自己也更高傲些,但和那些打惯的闲人们见面还胆怯,独有这回却非常武勇了。这样满脸胡子的东西,也敢出言无状么?

    "谁认便骂谁!"他站起来,两手叉在腰间说。

    "你的骨头痒了么?"王胡也站起来,披上衣服说。

    阿Q以为他要逃了,抢进去就是一拳。这拳头还未达到身上,已经被他抓住了,只一拉,阿Q跄跄踉踉的跌进去,立刻又被王胡扭住了辫子,要拉到墙上照例去碰头。

    "君子动口不动手!"阿Q歪着头说。

    王胡似乎不是君子,并不理会,一连给他碰了五下,又用力的一推,至于阿Q跌出六尺多远,这才满足的去了。

    在阿Q的记忆上,这大约要算是生平第一件的屈辱,因为王胡以络腮胡子的缺点,向来只被他奚落,从没有奚落他,更不必说动手了。而他现在竟动手,很意外,难道真如市上所说,皇帝已经停了考⑤,不要秀才和举人了,因此赵家减了威风,因此他们也便小觑了他么?

    阿Q无可适从的站着。

    远远的走来了一个人,他的对头又到了。这也是阿Q最厌恶的一个人,就是钱太爷的大儿子。他先前跑上城里去进洋学堂,不知怎么又跑到东洋去了,半年之后他回到家里来,腿也直了,辫子也不见了,他的母亲大哭了十几场,他的老婆跳了三回井。后来,他的母亲到处说,"这辫子是被坏人灌醉了酒剪去了。本来可以做大官,现在只好等留长再说了。"然而阿Q不肯信,偏称他"假洋鬼子",也叫作"里通外国的人",一见他,一定在肚子里暗暗的咒骂。

    阿Q尤其"深恶而痛绝之"的,是他的一条假辫子。辫子而至于假,就是没有了做人的资格;他的老婆不跳第四回井,也不是好女人。

    这"假洋鬼子"近来了。

    "秃儿。驴……"阿Q历来本只在肚子里骂,没有出过声,这回因为正气忿,因为要报仇,便不由的轻轻的说出来了。

    不料这秃儿却拿着一支黄漆的棍子——就是阿Q所谓哭丧棒⑥——大蹋步走了过来。阿Q在这刹那,便知道大约要打了,赶紧抽紧筋骨,耸了肩膀等候着,果然,拍的一声,似乎确凿打在自己头上了。

    "我说他!"阿Q指着近旁的一个孩子,分辩说。

    拍!拍拍!

    在阿Q的记忆上,这大约要算是生平第二件的屈辱。幸而拍拍的响了之后,于他倒似乎完结了一件事,反而觉得轻松些,而且"忘却"这一件祖传的宝贝也发生了效力,他慢慢的走,将到酒店门口,早已有些高兴了。

    但对面走来了静修庵里的小尼姑。阿Q便在平时,看见伊也一定要唾骂,而况在屈辱之后呢?他于是发生了回忆,又发生了敌忾了。

    "我不知道我今天为什么这样晦气,原来就因为见了你!"他想。

    他迎上去,大声的吐一口唾沫:

    "咳,呸!"

    小尼姑全不睬,低了头只是走。阿Q走近伊身旁,突然伸出手去摩着伊新剃的头皮,呆笑着,说:

    "秃儿!快回去,和尚等着你……"

    "你怎么动手动脚……"尼姑满脸通红的说,一面赶快走。

    酒店里的人大笑了。阿Q看见自己的勋业得了赏识,便愈加兴高采烈起来:

    "和尚动得,我动不得?"他扭住伊的面颊。

    酒店里的人大笑了。阿Q更得意,而且为了满足那些赏鉴家起见,再用力的一拧,才放手。

    他这一战,早忘却了王胡,也忘却了假洋鬼子,似乎对于今天的一切"晦气"都报了仇;而且奇怪,又仿佛全身比拍拍的响了之后轻松,飘飘然的似乎要飞去了。

    "这断子绝孙的阿Q!"远远地听得小尼姑的带哭的声音。

    "哈哈哈!"阿Q十分得意的笑。

    "哈哈哈!"酒店里的人也九分得意的笑。
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