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La verídica historia de A Q (II. Breve recuento de las victorias de A Q)

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发表于 2022-2-28 01:08:54 | 显示全部楼层 |阅读模式
La verídica historia de A Q
II. Breve recuento de las victorias de A Q
No sólo son inciertos el apellido de A Q, su nombre y su lugar de origen; aún mayor es la oscuridad que reina en relación con sus antecedentes. Ello es debido a que la gente de Weichuang sólo empleaba sus servicios personales, o le tomaba como hazmerreír, sin prestar la menor atención a sus antecedentes. El propio A Q jamás dijo nada sobre el particular; sólo cuando discutía con alguien decía a veces, lanzando una mirada furiosa:
—Nuestra situación era mucho mejor que la tuya. ¿Qué te crees?
A Q no tenía familia y vivía en el Templo de los Dioses Tutelares de Weichuang. Tampoco tenía empleo fijo; hacía trabajos ocasionales para otros: si había trigo que segar, lo fiaba; si era necesario moler arroz, ahí estaba A Q para hacerlo; si se precisaba un botero, él remaba. Si el trabajo duraba un tiempo considerable, vivía en casa de su patrón, pero se marchaba en cuanto terminaba su tarea. Siempre que había algún trabajo por hacer, la gente pensaba en A Q, pero recordaba sus servicios y no sus antecedentes, y cuando el trabajo estaba terminado, hasta el propio A Q caía en el olvido; y nada digamos de sus antecedentes. Solamente una vez un anciano le elogió diciendo: «¡Qué buen trabajador es A Q!» En aquel momento A Q, con el torso desnudo, indiferente y flaco, estaba de pie ante él y los demás no sabían si la observación había sido hecha en serio o como burla; pero A Q quedó transido de alegría.
A Q, por su parte, tenía muy buena opinión de sí mismo; consideraba a todos los habitantes de Weichuang inferiores a él, incluso a los dos «jóvenes letrados», a quienes estimaba indignos de una sonrisa. Los letrados jóvenes podían llegar a ser bachilleres. El señor Chao y el señor Chian eran tenidos en alta estima por los aldeanos, precisamente porque, aparte de ser ricos, eran también padres de jóvenes letrados, y tan sólo A Q no mostraba signo de especial deferencia hacia ellos, pensando para sí: «Mis hijos pueden llegar mucho más alto».
Además, cuando A Q hubo ido a la ciudad unas cuantas veces, naturalmente, se volvió mucho más vanidoso y empezó a despreciar a los habitantes de la urbe. Por ejemplo, los habitantes de Weichuang llamaban «banco largo» a una tabla de tres pies por tres pulgadas, y él también la llamaba «banco largo», pero la gente de la ciudad decía «banco luengo»; él pensaba: «Están equivocados. ¡Qué ridículo!» Y como, cuando freían pescados cabezones en aceite, los aldeanos de Weichuang los condimentaban con pedazos de chalote de un centímetro de largo, en tanto que la gente de la ciudad ponía el chalote picado muy fino, él se decía: «También en esto se equivocan. ¡Qué ridículo» ¡Pero los aldeanos de Weichuang eran realmente unos rústicos ignorantes que jamás habían conocido el pescado frito de la ciudad!
A Q, que «había tenido mucho mejor situación», que era hombre de mundo y un «buen trabajador», hubiera estado al borde de ser un «hombre perfecto», de no mediar unos cuantos fallos físicos. El más molesto de todos lo constituían unas cicatrices circulares de sarna que habían aparecido en fecha indeterminada en su cuero cabelludo. Aunque estaban en su propia cabeza, A Q parecía no considerarlas del todo honorables, porque evitaba usar la palabra «sarna» u otras de pronunciación semejante, y llegó a perfeccionar este criterio, desterrando las palabras «brillo» y «luz»; y aun las palabras «lámpara» y «vela» fueron consideradas tabú por él. Cuando la prohibición no era respetada, intencionalmente o no, A Q sufría un ataque de rabia y las cicatrices de la cabeza se le ponían rojas. Echaba una mirada al ofensor y, si éste era corto de ingenio, empezaba a insultarlo; si era más débil que él, lo golpeaba. Y sin embargo, cosa curiosa, casi siempre era A Q quien cosechaba la peor parte en estos encuentros, hasta que se vio obligado a adoptar una nueva táctica de acuerdo con la cual se contentaba con mirar furiosamente a su rival.
Pero sucedió que cuando A Q dio en emplear esta mirada furiosa, los holgazanes de Weichuang se dedicaron a hacer aún más bromas a sus expensas. Apenas le veían, fingían sobresaltarse y decían:
—¡Bah! Hay mucha más luz.
A Q se indignaba, como era de rigor, y miraba furiosamente.
—¡Pareciera haber una lámpara de petróleo! —continuaban, sin intimidarse en lo más mínimo.
A Q no podía hacer nada, pero rebuscaba en su cerebro una respuesta con que vengarse: —Ni siquiera mereces...— En ese momento, hasta las cicatrices de sarna de su cuero cabelludo daban la impresión de ser algo noble, honorable, y no vulgares cicatrices de sarna. Sin embargo, como dijimos más arriba A Q era hombre de mundo y se daba cuenta de que había estado a punto de violar el tabú, de modo que se abstenía de decir nada más.
Pero los holgazanes no quedaban satisfechos y continuaban molestándole; finalmente, llegaban a golpes. Sólo cuando A Q estaba derrotado a todas luces, cuando le habían tirado de la coleta de color amarillento y le habían golpeado la cabeza contra la muralla cuatro o cinco veces, se iban los holgazanes, satisfechos de su victoria. A Q se quedaba allí un momento, diciéndose a sí mismo: «Es como si me hubiera pegado mi propio hijo. ¡A lo que ha llegado mundo!». Después de lo cual también se iba, satisfecho de haber obtenido la victoria.
A Q solía contar a los demás todo lo que pensaba, de manera que quienes se burlaban de él conocían estas victorias psicológicas y entonces, el que le tiraba de la coleta o se la retorcía, le decía:
—A Q, ésta no es la paliza de un hijo a su padre, sino la de un hombre a una bestia. Di: ¡un hombre golpea a una bestia!
Y entonces A Q, sujetándose la base de su trenza con ambas manos con la cabeza ladeada, decía:
—Pegándole a un animal... ¿Qué te parece? Yo soy un animal. ¿No me dejas aún?
No obstante ser un animal, los holgazanes no le permitían marcharse sino después de haberle golpeado la cabeza cinco o seis veces contra cualquier cosa que hubiera a mano; después de lo cual se iban felices de haber obtenido la victoria y confiados en que esta vez A Q estuviese liquidado. Pero a los diez segundos, también A Q se iba, satisfecho de haber obtenido la victoria, pensando que era «el primer denigrado de sí mismo» y que después de quitar «denigrador de sí mismo», quedaba «el primero». ¿Acate el primero de los graduados en el examen imperial no era «el primero»? ¿Qué te imaginas? —decía.
Después de emplear tales astucias para quedar a la altura de sus enemigos, A Q corría feliz a la taberna a beber unos cuantos tazones de vino, a bromear con los demás otra vez, a amar broncas de nuevo, obtener la victoria nuevamente, para regresar al Tem-plo de los Dioses Tutelares con el alma henchida de gozo y quedarse dormido apenas se acostaba.
Si tenía dinero, se iba a jugar. Un grupo de individuos se acomodaba en el suelo y A Q se instalaba allí, con el rostro empapado en sudor, gritando más fuerte que nadie:
—¡Cuatrocientos al dragón azul!
—¡Eh, abre aquí! —decía el de la banca, también con la cara bañada en transpiración, abriendo la caja y cantando—. Puertas Celestiales... ¡Nada para el Cuerno...! La Popularidad y el Pasaje no se detienen en ellos... ¡Venga el dinero de A Q!
—Cien al Pasaje... ¡Ciento cincuenta!
Al son de esta música, el dinero de A Q iba pasando a los bolsillos de los otros, cuyos rostros estaban empapados en transpiración: Finalmente, se veía obligado a salir de allí abriéndose paso a codazos y se quedaba en la retaguardia, mirando el juego con preocupación por la suerte ajena, hasta que terminaba; entonces regresaba de mala gana al Templo Tutelar. Y al día siguiente iba a su trabajo con los ojos hinchados.
Sin embargo, la verdad del proverbio «La desgracia puede ser una bendición disfrazada» quedó en evidencia cuando A Q tuvo la desgracia de ganar una vez en el juego, para sufrir al final una cruel derrota.
Fue en la tarde del Festival de los Dioses en Weichuang. De acuerdo con la costumbre, se representaba una obra teatral; y cerca del escenario, también de acuerdo con la costumbre, había numerosas mesas de juego. Los tambores y batintines del teatro resonaban a tres millas del que llevaba la banca. Jugó una y otra vez con éxito: sus sapecas de cobre se transformaron en monedas de diez, sus monedas de diez en yinyuanes, y sus yinyuanes formaron montones. En su excitación gritaba:
—¡Dos yinyuanes a las Puertas Celestiales!
Nunca supo quién había comenzado la pelea, ni por qué razón. El ruido de las maldiciones, los golpes y las pisadas se mezclaban confusamente en su cabeza y, cuando se puso de pie, las mesas de juego habían desaparecido, igual que los jugadores. Varias zonas del cuerpo le dolían como si hubiera sido golpeado y pateado, y algunas personas le observaban con asombro. Sintiendo que algo iba mal, se marchó al Templo Tutelar y, cuando recuperó la calma, se dio cuenta de que su montón de yinyuanes había de-saparecido. Y, como la mayoría de los tahúres del Festival no eran de Weichuang, ¿dónde iba a buscar a los culpables?
¡Un montón tan blanco y refulgente de dinero! Todo había sido suyo... Pero ahora había desaparecido. Considerar esto como equivalente a ser robado por su propio hijo, no era consuelo para él; tomarse por un animal, tampoco le consolaba; de modo que esta vez sí que sintió alguna amargura de derrota.
Pero pronto transformó su derrota en triunfo. Alzando su mano derecha, se golpeó el rostro dos veces, hasta que enrojeció de dolor. Su corazón se sintió más liviano, porque creía que quien había dado los golpes era él mismo, en tanto que el castigado era el otro yo, y no tardó en tener la sensación de haberle pegado a otra persona, pese a que el rostro todavía le dolía. Se acostó satisfecho de haber obtenido la victoria.
Se durmió enseguida.
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发表于 2022-3-4 01:26:03 | 显示全部楼层
II. 第2章 优胜记略
阿Q不独是姓名籍贯有些渺茫,连他先前的"行状"⒃也渺茫。因为未庄的人们之于阿Q,只要他帮忙,只拿他玩笑,从来没有留心他的"行状"的。而阿Q自己也不说,独有和别人口角的时候,间或瞪着眼睛道:

    "我们先前——比你阔的多啦!你算是什么东西!"

    阿Q没有家,住在未庄的土谷祠⒄里;也没有固定的职业,只给人家做短工,割麦便割麦,舂米便舂米,撑船便撑船。工作略长久时,他也或住在临时主人的家里,但一完就走了。所以,人们忙碌的时候,也还记起阿Q来,然而记起的是做工,并不是"行状";一闲空,连阿Q都早忘却,更不必说"行状"了。只是有一回,有一个老头子颂扬说:"阿Q真能做!"这时阿Q赤着膊,懒洋洋的瘦伶仃的正在他面前,别人也摸不着这话是真心还是讥笑,然而阿Q很喜欢。

    阿Q又很自尊,所有未庄的居民,全不在他眼神里,甚而至于对于两位"文童"⒅也有以为不值一笑的神情。夫文童者,将来恐怕要变秀才者也;赵太爷钱太爷大受居民的尊敬,除有钱之外,就因为都是文童的爹爹,而阿Q在精神上独不表格外的崇奉,他想:我的儿子会阔得多啦!加以进了几回城,阿Q自然更自负,然而他又很鄙薄城里人,譬如用三尺三寸宽的木板做成的凳子,未庄人叫"长凳",他也叫"长凳",城里人却叫"条凳",他想:这是错的,可笑!油煎大头鱼,未庄都加上半寸长的葱叶,城里却加上切细的葱丝,他想:这也是错的,可笑!然而未庄人真是不见世面的可笑的乡下人呵,他们没有见过城里的煎鱼!

    阿Q"先前阔",见识高,而且"真能做",本来几乎是一个"完人"了,但可惜他体质上还有一些缺点。最恼人的是在他头皮上,颇有几处不知于何时的癞疮疤。这虽然也在他身上,而看阿Q的意思,倒也似乎以为不足贵的,因为他讳说"癞"以及一切近于"赖"的音,后来推而广之,"光"也讳,"亮"也讳,再后来,连"灯""烛"都讳了。一犯讳,不问有心与无心,阿Q便全疤通红的发起怒来,估量了对手,口讷的他便骂,气力小的他便打;然而不知怎么一回事,总还是阿Q吃亏的时候多。于是他渐渐的变换了方针,大抵改为怒目而视了。

    谁知道阿Q采用怒目主义之后,未庄的闲人们便愈喜欢玩笑他。一见面,他们便假作吃惊的说:

    "哙,亮起来了。"

    阿Q照例的发了怒,他怒目而视了。

    "原来有保险灯在这里!"他们并不怕。

    阿Q没有法,只得另外想出报复的话来:

    "你还不配……"这时候,又仿佛在他头上的是一种高尚的光容的癞头疮,并非平常的癞头疮了;但上文说过,阿Q是有见识的,他立刻知道和"犯忌"有点抵触,便不再往底下说。

    闲人还不完,只撩他,于是终而至于打。阿Q在形式上打败了,被人揪住黄辫子,在壁上碰了四五个响头,闲人这才心满意足的得胜的走了,阿Q站了一刻,心里想,"我总算被儿子打了,现在的世界真不像样……"于是也心满意足的得胜的走了。


    阿Q想在心里的,后来每每说出口来,所以凡是和阿Q玩笑的人们,几乎全知道他有这一种精神上的胜利法,此后每逢揪住他黄辫子的时候,人就先一着对他说:

    "阿Q,这不是儿子打老子,是人打畜生。自己说:人打畜生!"

    阿Q两只手都捏住了自己的辫根,歪着头,说道:

    "打虫豸,好不好?我是虫豸——还不放么?"

    但虽然是虫豸,闲人也并不放,仍旧在就近什么地方给他碰了五六个响头,这才心满意足的得胜的走了,他以为阿Q这回可遭了瘟。然而不到十秒钟,阿Q也心满意足的得胜的走了,他觉得他是第一个能够自轻自贱的人,除了"自轻自贱"不算外,余下的就是"第一个"。状元⒆不也是"第一个"么?"你算是什么东西"呢!?

    阿Q以如是等等妙法克服怨敌之后,便愉快的跑到酒店里喝几碗酒,又和别人调笑一通,口角一通,又得了胜,愉快的回到土谷祠,放倒头睡着了。假使有钱,他便去押牌宝⒇,一推人蹲在地面上,阿Q即汗流满面的夹在这中间,声音他最响:

    "青龙四百!"

    "咳~~开~~啦!"桩家揭开盒子盖,也是汗流满面的唱。"天门啦~~角回啦~~!人和穿堂空在那里啦~~!阿Q的铜钱拿过来~~!"

    "穿堂一百——一百五十!"

    阿Q的钱便在这样的歌吟之下,渐渐的输入别个汗流满面的人物的腰间。他终于只好挤出堆外,站在后面看,替别人着急,一直到散场,然后恋恋的回到土谷祠,第二天,肿着眼睛去工作。

    但真所谓"塞翁失马安知非福"①罢,阿Q不幸而赢了一回,他倒几乎失败了。

    这是未庄赛神②的晚上。这晚上照例有一台戏,戏台左近,也照例有许多的赌摊。做戏的锣鼓,在阿Q耳朵里仿佛在十里之外;他只听得桩家的歌唱了。他赢而又赢,铜钱变成角洋,角洋变成大洋,大洋又成了叠。他兴高采烈得非常:

    "天门两块!"

    他不知道谁和谁为什么打起架来了。骂声打声脚步声,昏头昏脑的一大阵,他才爬起来,赌摊不见了,人们也不见了,身上有几处很似乎有些痛,似乎也挨了几拳几脚似的,几个人诧异的对他看。他如有所失的走进土谷祠,定一定神,知道他的一堆洋钱不见了。赶赛会的赌摊多不是本村人,还到那里去寻根柢呢?

    很白很亮的一堆洋钱!而且是他的——现在不见了!说是算被儿子拿去了罢,总还是忽忽不乐;说自己是虫豸罢,也还是忽忽不乐:他这回才有些感到失败的苦痛了。

    但他立刻转败为胜了。他擎起右手,用力的在自己脸上连打了两个嘴巴,热剌剌的有些痛;打完之后,便心平气和起来,似乎打的是自己,被打的是别一个自己,不久也就仿佛是自己打了别个一般,——虽然还有些热剌剌,——心满意足的得胜的躺下了。

    他睡着了。
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