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CAPITULO 1-(2)第一回 张天师祈禳瘟疫 洪太尉误走妖魔(2)

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发表于 2019-12-14 12:40:21 | 显示全部楼层 |阅读模式
水浒传 A LA ORILLA DEL AGUA
En el trecer años del período Jia You una peste asoló la tierra.Desde el sur hasta las dos capitales, no quedó villorrio libre del contagio. La corte imperial empezó a vivir bajo una avalancha de pedidos de auxilio de todos los distritos y prefecturas.
Fue el fin de más de la mitad de los soldados y residentes de la región de la Capital del Este. En su esfuerzo por salvar al pueblo, Bao Zheng, consejero y prefecto de Kaifeng, publicó las recetas oficialmente aprobadas y gastó de su propio dinero en medicinas. Pero en vano. La peste arreció. Hubo una conferencia de todos los altos funcionarios civiles y militares, que luego se reunieron en el Salón de la Clepsidra a esperar el alba, hora de audiencia en la corte, y así poder hacer un llamado al emperador.
Aquel día, tercero del tercer mes del tercer año del período Jia You, en el tercer intervalo de la quinta guardia, el emperador Ren Zong subió a su trono del palacio imperial. Luego de las pleitesías de los funcionarios, el maestro de ceremonias exclamó:
―Si alguien tiene una petidón que hacer, que se adelante. De no haber ninguna, la corte levantará la sesión.
El primer ministro Zhao Zhe y su segundo Wen Yanbo se adelantaron y dijeron:
―La plaga sigue asolando la capital con toda su fuerza, y son muchas sus víctimas entre el pueblo y la tropa. Esperamos que Su Majestad, con ánimo benévolo y demente, acorte las sentencias de los presos y alivie los impuestos, y rece al Cielo para que la gente se libere de esta penuria.
El emperador inmediatamente ordenó que la Academia Hanlin redactara un edicto para proclamar la amnistía general para todos los prisioneros, y la derogación de todos los impuestos. También dio instrucciones para que cada templo y monasterio de la capital ofreciera plegarias para conjurar el desastre.
El emperador Ren Zong aprobó la propuesta de Fan, y dio instrucciones a los letrados de la Academia Hanlin para que redactaran un edicto, que él personalmente firmó, y dio un haz de varillas de incienso reales. Ordenó que el mariscal Hong Xin fuera en representaáón suya al monte del Dragón y el Tigre, en la prefectura de Xinzhou en la provincia de Jiangxi, para traer a Zhang, el divino maestro. En medio de los efluvios de incienso de su palacio, el propio emperador puso el edicto en manos del mariscal Hong y le ordenó partir inmediatamente.
Hong aceptó el edicto real y se despidió del emperador. Con el edicto en una bolsa que llevaba a la espalda y las varillas de incienso en una caja dorada, montó en su caballo y abandonó la capital oriental, seguido por una columna de varias decenas de hombres. Se dirigieron directamente hacia Guixi, una capital distrital, de la prefectura de Xinzhou.
Unos días después llegaron a su destino, donde el mariscal Hong fue redbido por funcionarios de todo rango. Inmediatamente avisaron al abad y a otros taoístas del Templo de la Pureza Suprema, en el monte del Dragón y el Tigre, que se prepararan para recibir el edicto imperial.
Al día siguiente los funcionarios acompañaron al mariscal Hong hasta el pie de la montaña, de la que descendió para recibir al enviado imperial una procesión de taoístas tocando tambores y campanas, interpretando música sacra, portando incienso y velas, estandartes y palios. Luego lo escoltaron hasta el templo, donde bajó del caballo. Lo rodearon entonces todos los taoístas, desde el abad hasta el último novicio, para conducirlo hasta el Salón de las Tres Purezas, donde le pidieron que colocara el edicto real sobre un altar.
—¿Dónde está el divino maestro? —preguntó el mariscal Hong al abad.
—Usted debe comprender, mariscal—replicó el abad—,que nuestro maestro es conocido como "Pura Serenidad". Es de naturaleza muy extática y no puede ser abrumado por asuntos mundanos como dar la bienvenida o despedir a los visitantes. Ha construido una choza en la cumbre de la montaña, donde medita y cultiva su espíritu.
—Pero yo traigo un edicto imperial. ¿Cómo puedo encontrarlo?
—Deje el edicto en este salón. Ninguno de nosotros se atreverá a desenrrollarlo. Y por favor entre a la abadía por un poco de té, y allí podremos discutir los asuntos.
El mariscal Hong hizo como le sugería el abad. Cuando estuvo sentado entre sus anfitriones de la abadía, aparecieron el té y diversos platos sin carne. Una vez que hubieron comido, el mariscal le dijo al abad:
—Usted dice que el divino maestro está en una choza en la cumbre de la montaña. ¿Por qué no solicitarle que descienda y reciba el edicto real?
—Sí, en efecto, él está allá arriba, manteniéndose aislado del mundo. Pero nuestro divino maestro tiene un insólito conocimiento del Camino. Puede viajar sobre nubes y nieblas. Nadie sabe exactamente dónde se encuentra. Nosotros los taoístas comunes rara vez logramos verlo. ¿Cómo podríamos pedirle que descienda?
—Tengo que verlo. Una peste está asolando la capital y el emperador me ha enviado con un edicto imperial e incienso real, para que lo invite a conducir un gran servicio cuyas oraciones disiparán la peste y salvarán a la población. ¿Qué puedo hacer?
—Primero debe probar su piedad. No coma carne, báñese y póngase unas sencillas prendas de algodón. Póngase el edicto a la espalda, lleve unas varillas de incienso encendidas, y así desplácese solo y a pie hasta la cumbre. Allí hinqúese de rodillas y grite su invitación. Entonces quizás logre ver al divino maestro. Pero si no es usted sincero, su viaje habrá sido en vano, y jamás podrá verlo.
—Desde que dejé la capital no he comido sino verduras. ¿No es eso prueba de mi sinceridad? Haré como me indica. Iniciaré la escalada mañana a primera hora.
Todos se retiraron a pasar la noche.

嘉祐三年春间,天下瘟疫盛行。自江南直至两京,无一处人民不染此证。天下各州各府雪片也似申奏将来。
且说东京城里城外军民死亡大半。开封府主包待制亲将惠民和济局方,自出俸资合药,救治万民。那里医治得。瘟疫越盛。文武百官商议,都向待漏院中聚会,伺候早朝,奏闻天子。是日,嘉祐三年三月三日,五更三点,天子驾坐紫宸殿,受百官朝贺已毕,当有殿头官喝道:“有事岀班早奏,无事卷帘退朝。”只见班部丛中,宰相赵哲、参政文彦博出班奏道:“目今京师瘟疫盛行,伤损军民甚多。伏望陛下,释罪宽恩,省刑薄税,祈禳天灾,救济万民。”天子听奏,急敕翰林院随即草诏:一面降赦天下罪囚,应有民间税赋悉皆赦免;一面命在京宫观寺院修设好事禳灾。不料其年瘟疫转盛。仁宗天子闻知,龙体不安,复会百官计议。向那班部中,有一大臣,越班启奏。天子看时,乃是参知政事范仲淹。拜罢起居,奏道:“目今天灾盛行,军民涂炭,日夕不能聊生。以臣愚意:要禳此灾,可宣嗣汉天师星夜临朝,就京师禁院,修设三千六百分罗天大醮,奏闻上帝,可以禳保民间瘟疫。”仁宗天子准奏,急令翰林学士草诏一道,天子御笔亲书,并降御香一炷,钦差内外提点殿前太尉洪信为天使,前往江西信州龙虎山,宣请嗣汉天师张真人星夜来朝祈禳瘟疫。就金殿上焚起御香,亲将丹诏付与洪太尉,即便登程前去。
洪信领了圣敕,辞别天子,背了诏书,盛了御香,带了数十人,上了铺马,一行部从,离了东京,取路迳投信州贵溪县来。不止一日,来到江西信州。大小官员出郭迎接。随即差人报知龙虎山上清宫住持道众,准备接诏。次日,众位官同送太尉到于龙虎山下。只见上清宫许多道众,鸣钟击鼓,香花灯烛,幢幡宝盖,一派仙乐,都下山来迎接丹诏。直至上清宫前下马。当下上至住持真人,下及道童侍从,前迎后引,接至三清殿上,请将诏书居中供养着。洪太尉便问监宫真人道:“天师今在何处?”住持真人向前禀道:“好教太尉得知:这代祖师号曰‘虚靖天师’,性好清高,倦于迎送,自向龙虎山顶结一茅庵,修真养性,因此不住本宫。”太尉道:“目今天子宣诏,如何得见?”真人答道:“容禀:诏敕权供在殿上,贫道等亦不敢开读。且请太尉到方丈献茶,再烦计议。”当时将丹诏供养在三清殿上,与众官都到方丈。太尉居中坐下,执事人等献茶;就进斋供,水陆俱备。斋罢,太尉再问真人道:“既然天师在山顶庵中,何不着人请将下来相见,开宣丹诏?”真人禀道:“这代祖师虽在山顶,其实道行非常:能驾雾兴云,踪迹不定。贫道等如常亦难得见,怎生教人请得下来!”太尉道:“似此如何得见?目今京师瘟疫盛行,今上天子特遣下官赍捧御书丹诏,亲奉龙香,来请天师,要做三千六百分罗天大醮以禳天灾,救济万民。似此怎生奈何?”真人禀道:“天子要救万民,只除是太尉办一点志诚心,斋戒沐浴,更换布衣,休带从人,自背诏书,焚烧御香,步行上山,礼拜叩请,天师方许得见。如若心不志诚,空步一遭,亦难得见。”太尉听说,便道:“俺从京师食素到此,如何心不志诚?——既然恁地,依着你说,明日绝早上山。”
当晚各自权歇。

In the third year of the Jia You period a plague struck the land. From the south to the two capitals, not a single hamlet escaped the contagion. The imperial court was snowed under with petitions for relief from every district and prefecture.
More than half the soldiers and residents in and around the Eastern Capital died. Bao Zheng, counsellor and prefect of Kaifeng, published the officially approved prescriptions and spent his own money on medicines in an attempt to save the people. But to no avail. The plague grew worse. All the high civil and military officials conferred. The they gathered in the Hall of the Water Clock and waited for daybreak, when court would be held, so that they could appeal to the emperor.
That day, the third day of the third month of the third year of the Jia You period, at the third interval of the fifth watch Emperor Ren Zong mounted his throne in the imperial palace. After the officials had made their obeisances, the chief of ceremonies cried: “If anyone has a petition, let him come forward. If there are none, this court will adjourn.”
Zhao Zhe, the Premier, and Wen Yanbo, his deputy, advanced and said: “The plague is raging unabated in the capital. Victims among the soldiers and the people are many. We hope Your Majesty, in a forgiving and benevolent spirit, will reduce prison sentences and cut taxes, and pray to Heaven that the people be relived of this affliction.”
The emperor at once ordered the Hanlin Academy to draw an edict proclaiming a general amnesty for all prisoners and canceling all taxes. He also directed that every temple and monastery in the capital offer prayers for a termination of the disaster.
But the plague only became worse. The emperor was very disturbed and summoned his officials for a conference. A prominent minister stepped forth and asked to be heard ahead of turn. The emperor saw that it was Fan Zhongyan, his Deputy Premier.
Fan kowtowed, then rose and said: “The plague is decimating our soldiers and citizenry. No one is safe. In my humble opinion if this pestilence is to be ended Your Majesty should summon the Divine Teacher of the Taoists, who comes from a papal line dating back to Han times. Let him travel day and night and rush here to the capital and conduct a great prayer service in the imperial park. In this way the people will be saved.”
Emperor Ren Zong approved Fan's proposal. He directed the scholars of the Hanlin Academy to draw up an edict, which he signed personally, and issued a bunch of royal incense sticks. He ordered that Marshal Hong Xin go as his emissary to the Dragon and Tiger Mountain in Xinzhou Prefecture of Jiangxi Province and fetch Zhang the Divine Teacher. While incense burned in the imperial hall, the emperor himself placed the edict in Marshal Hong's hands and told him to set out immediately.
Hong accepted the royal edict and took leave of the emperor. With the edict in a bag on his back and the incense sticks in a golden box, he mounted his horse and left the Eastern Capital, leading a column of several score men. They headed directly for Guixi, a county town in Xinzhou Prefecture.
After a number of days they arrived. Officials, high and low, greeted Marshal Hong. They sent word to the abbot and other Taoists in the Temple of Supreme Purity on the Dragon and Tiger Mountain to get ready to receive the imperial edict.
The next day the officials accompanied Marshal Hong to the foot of the mountain. A procession of Taoists, beating drums and bells, playing saintly music, bearing incense and candles, banners and canopies, came down to receive the imperial envoy. They escorted him to the temple, where he dismounted. All of the Taoists, from the abbot to the lowliest novice, gathered round and led him to the Hall of Three Purities. They asked him to place the royal edict on an altar.
“Where is the Divine Teacher?” Marshal Hong inquired of the abbot.
“You must understand, Marshal,” replied the abbot, “our Teacher is known as 'Pure Serenity'. He is of a very exalted nature and cannot be bothered with such mundane matters as welcoming and seeing off visitors. He has built a thatched hut on the top of the mountain, and there he meditates and cultivates his spirit.”
“But I have an imperial edict. How can I find him?”
“Leave the edict here in this hall. None of us will dare to unroll it. Please come into the abbey for some tea. We can talk things over there.”
Marshal Hong did as the abbot suggested. When he had seated himself amid his hosts in the abbey, tea and meatless dishes of many varieties were served. After the meal, the marshal said to the abbot: “You say the Divine Teacher is in a thatched hut on the mountain top. Why not ask him to come down and receive the royal edict?”
“He's up there, all right, keeping himself aloof from the world. But our Divine Teacher has an unusual knowledge of the Way. He can ride the clouds and mists. Nobody knows exactly where he is. We ordinary Taoists are rarely able to see him. How can we ask him to come down?”
“I must meet him. A plague is raging in the capital and the emperor has sent me with an imperial edict and royal incense to invite him to conduct a great prayer service that will dispel the pestilence and save the people. What can I do?”
“You must first prove your piety. Eat no meat, bathe and change into simple cotton garments. With the edict on your back, carry burning incense and travel on foot alone to the summit. There, kowtow, and cry your invitation aloud. Then perhaps you'll be able to meet the Divine Teacher. But if you're not sincere your trip will be in vain. You'll never see him.”
“I've eaten nothing but vegetables since I left the capital. Doesn't that show I'm sincere? I shall do as you say. I'll start up the mountain the first thing in the morning.”
Everyone retired for the night.





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